gravísimo problema humanitario que supone la llegada de cientos de miles de personas a nuestras fronteras se acrecienta cada día y Europa sigue sin ser capaz de darle una respuesta: se limita a enterrar más y más dinero y más y más muertos sin encontrar una política coherente y eficaz. En realidad ahora tratamos con dos dramas diferentes que, como es lógico, deben ser afrontados de manera también diferenciada.
En primer lugar urge dar solución a los refugiados que huyen de las guerras, porque ni han elegido huir -a menudo, han sido expulsados- ni pueden volver sin riesgo para su vida. Y este no es un problema europeo, sino que la responsabilidad corresponde a todos: especialmente, a los que han iniciado, propiciado o apoyado las guerras que producen esa sangría tremenda de personas desplazadas y que, como decía ayer Miguel-Anxo Murado, proceden de «los países en los que se puso en práctica el sueño contradictorio de pacificar el mundo por medio de la violencia»: Siria, Irak, Afganistán, Libia?
Y urge también un acuerdo para sacar los asuntos migratorios de la discusión política entre Estados: las disputas entre Gran Bretaña y Francia, las amenazas griegas de abrir sus fronteras si la UE no accedía a sus pretensiones en la negociación del rescate, las acusaciones a Italia, etcétera. Ayudaría mucho a encontrar una solución permanente y generosa y a evitar la marea xenófoba un alto el fuego en la guerra partidista sobre el drama pavoroso que padecen estas personas. Algo a lo que difícilmente accederán ciertos partidos que están poniendo en riesgo los cimientos mismos de la Unión Europea, cuando reclaman, por ejemplo, la suspensión de la libre circulación de personas.
Es urgente actuar y pedir a todos los resposanbles públicos una solidaridad empática, eficaz y coordinada
Nun mundo onde as institucións non funcionan ou só fan a favor dos poderosos non moito que facer ata o día que toda a sociedade tome consciencia non se deixe gobernar despóticos e corruptos.