Me entró la risa al ver que el periódico del jueves noticiaba en primera página y con cierto destaque: «El sábado habrá sol», como si nos vieran ya desesperados de tanta lluvia, necesitados de cielos azules. El mismo titular añadía que «el martes llegará una miniprimavera de cuatro días». Así que mentían quienes bromeaban con tanta insistencia sobre que este año la primavera caería en viernes. De entrada ya tenemos cinco días, como mínimo.
En cuanto sale medio rayo de sol o la lluvia da una tregua, la gente se lanza a la calle, ávida de luz, y llena los parques y paseos. Se eleva el tono vital e incluso la voz. Alguien a quien descubrí triste me decía ayer: «Son estos días tan feos, tanta lluvia…». Tanta que habrá quien prefiera una buena sequía, con sus racionamientos de agua y sus montes ardiendo antes que seguir quemados por la lluvia. Yo no, pero también estoy harto de tanta agua, y eso que me gusta la lluvia incluso cuando me moja.
Se cumplió el refrán de la Candelaria y su sentencia: «Cando a Candelaria ri, o inverno está por vir», pero convendría que se nos redujese algo la pena, porque bastante apenados estamos ya con la ausencia del sol, tan necesario para despejar nuestras mentes y para desencharcar nuestros campos. En años así se entiende mejor por qué las civilizaciones antiguas endiosaban el sol. Ya basta de lluvia con crisis. Por eso no hablaré de políticos con pájaros en la cabeza (Maduro, por ejemplo) ni de escraches, corrupción, pobreza o muerte. Me atengo a la esperanza. Al menos, del sol prometido para hoy.
Paco gustaríame máis que falaces do paxariño, ten moito simbolismo e da xogo. O do tempo parecese máis a unha conversación de ascensor e aínda que a esperanza de bo tempo tamén é de agradecer. Claro está que o autor ten liberdade para escoller.
Era consciente de que lo del pájaro daba mucho juego, pero también mucha pena, por el modo de burlarse de todo un país, y quería escribir algo liviano en medio de tanta pesadez 🙂
Claro que si.