La Voz de Galicia

Muy interesante el carnaval que estamos viviendo en este país: parece un baile de disfraces temático sobre el siglo XIX, con la peculiaridad de que en lugar de disfrazarnos por fuera nos disfrazamos por dentro. A ver si me explico, en vez de sombreros y capas, de gabanes, pañuelos y volantes, vestimos las ideas políticas de entonces, bastante rancias dos siglos después, en el mismo sistema rancio de entonces, y las discutimos con los potentes medios tecnológicos de hoy, pero utilizando el periodismo rancio de ayer. Que sigamos en los moldes políticos del XIX me exaspera y ya lo he comentado aquí en otras ocasiones. Pero que también el periodismo, con su carcasa ultramoderna, responda a modelos del XIX me entristece no saben cuánto. Me pregunto, por ejemplo, cómo pudieron circular ayer dos versiones profesionales -hasta aquí, todo bien- perfectamente contradictorias sobre el testimonio de Trías: según una, Trías accedió a los papeles de Bárcenas originales y, según otra, solo conoció una fotocopia, de modo que los originales siguen inéditos.

Hay periodistas que juegan las grandes ligas, esas en las que participan los partidos y las oligocracias de siempre y para quienes el público somos un comodín. Suelen ser listos y ricos. Y hay periodistas ingenuos, a veces idiotas, que trabajan para unos o para otros sin darse cuenta y creyendo, encima, que sirven a una Humanidad etérea y con mayúsculas. Por eso padecemos aquel guirigay simplón y maniqueo del XIX multiplicado ahora por las redes sociales y demás advenimientos tecnológicos de la modernidad. Ya digo, un disfraz inverso: muy actuales por fuera, muy diecinueve por dentro. Una pena.

Publicado en La Voz de Galicia, 9.febrero.2012