Un grupo de estudiantes de Periodismo de la Universidad de Navarra está proyectando un suplemento especial sobre el supuesto fin del mundo que se avecina y me pidieron que les mandara el texto que publicaría en el blog si llego a ese día. Cuando recibí la encomienda, pensé: «Si las cosas sucedieran de ese modo, con aviso previo, lo último que haría sería escribir en el blog». Pero al final decidí aceptar. Luego supe que la estudiante que me convenció es ourensana: lo malo de los de Ourense, dice un amigo, es que para cuando te enteras de que son de allí, ya es demasiado tarde.
Pero resultó un ejercicio interesante. Al imaginar la situación, percibí que, antes del apocalíptico griterío que según todos los pronósticos acompañará el fin del mundo, probablemente se producirá un gigantesco, estremecedor, silencio: nadie tendrá nada que decir -salvo para despedirse de las personas queridas, dar las gracias y pedir perdón- y nadie tendrá ganas de escuchar. Los periódicos, las teles, los organismos internacionales, los científicos, los políticos resultarán de pronto inanes, innecesarios, tan superfluos y vanos como las propias palabras. Andarán muy ocupados en morir de la mejor manera posible o, según las creencias de algunos -sí, también son creencias-, en desaparecer. ¿Quién querrá vender algo entonces? ¿Quién convencernos de cualquier cosa? ¿Quién se acordará de escribir en su blog para nadie?
De pronto caí en la cuenta de que no estaría mal que el fin del mundo me pillara así: escribiendo para el único lector que me quedaría, el único fiel y seguro, para pedirle perdón una vez más y para darle las gracias.
Mi bien querido Paco. Es de agradecer que escogieses esa forma de afrontar el final. Si eres sincero, que así lo creo, no haces más que indicar el amor hacia tu oficio. Gracias por lo que me toca.
Yo creo que celebraría el final con mi gente querida sabiendo que había hecho la que tenia y quería hacer: no resignarme, salir adelante…hasta el final.
Vaya, menuda declaración…
Hasta en esto da clases, Don Paco, una manera digna de morir.
Seguro que, y para fastidiar, el fin coincidiría en puente.
Qué apocalíticos estos estudiantes… nada qué ver con los del anuncio de Loewe.
🙂
Si se acabase o mundo non ten sentido escribir algo porque quen o lería si todo deixa de existir, o que escribiras non tería transcendencia. Si pasase algo así procuraría estar coas persoas que quero ata o final.
Xoán, ten en conta que é maneira de xustificar o exercicio: tiña que escribir! 🙂
Hola de nuevo, Xoan. Pienso igual que tú.Pero, por mi forma de ver el mundo, y, quizá, porque no tengo hijos, me liaría la manta a la cabeza y me iría alegre y llena de digndad. Sin temor. Sin miedo.
Un fuerte abrazo.
Azucena
Vaya, Paco, llevas una racha de entradas así como muy ‘melancólicas’ y algo escatológicas. Cenizas, La báscula y Fin del mundo casi seguidas. Entiendo que marzo suele ser un mes pesado -final del invierno, final del primer trimestre del año y del segundo trimestre del curso- en el que se empieza a notar el casancio aunque todavía quede bastante por delante hasta las vacaciones. Pero bueno, como ya ha llegado la primavera con toda su fuerza, igual estaría bien un poco de alegría y optimismo, je ,je.