En los momentos terribles, cuando está en juego la supervivencia misma y se necesita más que nunca el esfuerzo común, siempre hay alguno que está en sus cositas. Da igual que el paro mutile la vida y la autoestima de millones de personas y de sus familias, da igual que los indigentes se nos mueran de frío por las calles un día sí y otro también, da igual que vivamos en un ay con la posible quiebra del país y aun de Europa, da igual que ya no podamos mantener las carreteras, da igual todo: ellos siguen a sus cositas. Unos preparan bombas que, de explosionar, solo alegrarían su perturbada imaginación de utopías a costa de cualquier sacrificio humano o material de los demás. Otros, que no creen en la resurrección de los muertos, intentan levantar una tumba, a ver si producen gresca suficiente para que la polvareda disimule las vergüenzas de su retirada. También hay quienes amenazan con estropearnos una de las pocas alegrías que nos van quedando, la Navidad con sus fiestas y descansos, como si no dispusieran de otra estrategia para defender sus legítimos intereses. En fin, la enumeración podría alargarse mucho más allá del espacio de esta columna: cositas, cositas, cositas.
No sé qué abruma más: si la dureza de la situación o la falta de magnanimidad y valentía de tantos que andan a lo suyo, preocupados solo de quedar bien, de trincar lo que sea en los despojos y a costa de quien haga falta. Algunos, creyéndose incluso luchadores idealistas, soñadores de casas incendiadas y vientres reventados de metralla que, por supuesto, nunca son los suyos.
No sé cuál esla intencíón de las comparaciones que haces en tu artículo. Sinceramente, creo que yo no las haría.Pero, por supuesto, la columna es tuya.
Quizá para ti la Navidad sea una fecha especial, y, estoy segura, no por la visión consumista que lleva aparejada. Para ti es mucho más. Va ligada al mundo de tus creencias. De ahí su importancia.
Otros muchos tenemos que jugar a relativizar a vivir con nuestras pequeñas ilusiones, a desdramatizar las noticias diarias, a intentar sobreponernos a la adversidad, sea el día que sea, actúen los desalmados que actúen. Un simple gesto, como un donativo a la Cocina Económica de A Coruña es por mi parte un forma de acercarme a los que están en peores circustancias. Un pensar y actuar en pequeño y olvidarme de los datos macroeconómicos y de aquellos muchos que viven en su insufrible e indeseable realidad ilusoria al sufrimiento ajeno.
Na «lista de duplas de adjetivación incolora» faltábanche dúas que se usan moito para enganar: centro dereita e centro esquerda. E falando de cousiñas tamén podías citar o indulto, dun goberno que xa está fora, a un banqueiro.
No resto estou de acordo contigo no tocante ao momento e en canto aos descerebrados e violentos son unha peste na que o único remedio é a profilaxes.
Una vida poco saludable nos predispone para que alguna célula de nuestro cuerpo, se vuelva cancerígena. Si además, nuestro sistema inmunológico esta debilitado, no podrá evitar la metástasis acarreando como resultado, el fin de nuestra existencia terrenal.
Para evitar que una parte de nuestro cuerpo, se vuelva contra nosotros mismos, atendiendo solo a su ciega voluntad en atender sus voraces intereses individuales aún a pesar de que la muerte del cuerpo que ataca, conlleva su propio final, deberíamos analizar la dura situación a la que hoy sometemos a nuestro «cuerpo social».
Curiosamente nunca son los los que luchan diariamente por su subsistencia los que se rebelan. Suelen ser los que tienen una vida confortable, los que sus padres o el estado que – combaten-, les ha llenado la nevera, les han dado estudios, ilusiones y aspiraciones.
Suelen ser los que nunca han hecho esfuerzo alguno, los que más reivindican. Siempre ocurre que los que no saben el valor de las cosas, el esfuerzo que cuesta alcanzarlas, los que nunca se sacian. Lo mismo ocurre con el alcohólico, que cada día tiene que beber más y más para alcanzar el estado de su borrachera precedente.
Se ha tardado mucho en poner en cintura a estos tipejos que antes de llegar a crecerse e intentar cosas de más altura, han pasado por amenazar a profesores, incluso atentar contra su casa. Se les ha permitido campar a sus anchas después de atentar contra las sedes de partidos democráticos o instituciones.
Creo que nuestro sistema inmunológico esta muy debilitado pues no sabemos identificar a aquellas células que ponen en peligro nuestra propia existencia. Si hace mucho tiempo, se les pusiera a trabajar duramente para pagar -aunque solo en parte- los daños que ocasionaron en sus titubeantes comienzos, ahora no tendríamos que hacernos cruces pensando a donde podría llegar la locura de estos iluminados.
mil perdones otra vez. Ha vuelto a suceder lo del ‘spam’. Xoán: aunque tu comentario corresponde a otra entrada, me ha encantado 🙂 Totalmente de acuerdo.
Paco, aborrezo a violencia de calquera tipo mais paréceme que nestes momentos hai unha violencia exercida polas oligarquías económicas e políticas contra a maioría da poboación. E creo que senón hai unha contestación violenta de feito contra o poder é por que as organizacións sociais non saben canalizala e internet parece que como un muro das lamentacións que pode aturar todo o malestar social. Hai 30 anos por menos a xente mobilizase e saia a rúa.