Algunos medios y articulistas han celebrado mucho el cincuenta cumpleaños de la píldora contraceptiva. Desde luego, tienen razón: es el invento que, junto con el chip, más ha transformado la cultura y las costumbres. Coinciden muchos en destacar que la píldora hizo posible la «liberación sexual femenina». Otros dicen que consiguió en realidad «la liberación sexual masculina», porque ahora los varones se sienten aún menos responsables de lo que ocurra y sin arriesgarse a los efectos secundarios que detallan largamente los prospectos.
Recordaba Elvira Lindo que la píldora ni trajo ninguno de los desastres que auguraban los pesimistas ni sirvió, como auguraban los optimistas, para solucionar ciertos problemas: no desterró los embarazos adolescentes, por ejemplo, que en realidad, aumentaron. El gobierno de Tony Blair, en Gran Bretaña, se propuso reducirlos a la mitad en diez años a base de píldoras, condones y formación sexual cada vez más precoz y generalizada. Trescientos millones de euros después, siguen encabezando el ránking europeo de embarazos adolescentes y apenas han bajado.
Quienes más festejarán este aniversario de la píldora, supongo, son los que la venden. Dieron con el producto soñado: un medicamento para gente sana, de consumo habitual y masivo. Por si no bastara, han sabido promocionarlo maravillosamente como elemento cultural progresista y solidario: tener pocos hijos era solidaridad con el planeta para evitar la superpoblación (ahora estamos en el suicidio demográfico) e introducirla en los programas para el Tercer Mundo era combatir la pobreza (de ahí que la Organización Mundial de la Salud la haya incluido en su lista de ¡medicamentos básicos!), de modo que si los pobres no tienen dinero para pagarla, se la pagamos nosotros, mientras las farmacéuticas hacen caja. Capitalismo de libro.
¿Te importa que te enlace y replique tu artículo? Me parece una visión «alternativa» y genial de uno de los mitos culturales de las relaciones humanas del final del siglo XX. Sin dejar de reconocer que, como tantas otras, es útil para lo que se pensó y todos los «efectos secundarios» que describes deberían incluirse en el prospecto.
¡Faltaría más! Muchas gracias.
Pues yo no puedo estar más en desacuerdo con tu entrada. Esta va a tener más exito que la de los extraterrestres, aunque menos interesante.
Las píldoras de los años 60, 70 nada tienen que ver con las de «última generación», con una cantidad mínima de estrógenos. Lo mejor que ha tenido la píldora y por lo que creo que ha sido un gran avance social es porque permite a la mujer disfrutar de su sexualidad sin temor a un embarazo que no desea. No sólo los hombres disfrutan con el sexo, sino también las mujeres, aunque lo valoren de forma distinta. Que una mujer disfrute del sexo no la convierte en una fulana. Hasta hace no mucho se veía mal que la mujer exteriorizase sus orgasmos. Eso sí que es una forma cruel de sometimiento.
El capitalismo, querido Paco, lo que ha facilitado en todo caso es la capacidad para poder elegir. Y la pena es que no haya más mujeres que no deseen o no puedan ser madres, pero tampoco se les puede obligar a la abstinencia o métodos de calendario o temperatura vaginal que son tan naturales como ineficaces.
Menos mal que tú me explicas las cosas
Capacidad para poder elegir?? A mí me gustaría poder elegir tener tres hijos, por ejemplo, y no puedo porque si los alimento no tengo tiempo para educarlos. Tengo que racionalizar mi capacidad reproductiva, y además tengo que preocuparme yo, que soy mujer y como tal me dedican la mayoría de los procedimientos de control de natalidad. Como si la reproducción fuese un problema femenino. El capitalismo no da capacidad para elegir, limita tu elección y te dice que eres libre.
como todos los temas que tratas, tienen más de una vertiente. No es un tema de «buenos y malos»
Como he dicho antes, tus entradas tienen muchas vertientes, y la indefinición de las mismas nos puede hacer caer en la demagogia. Analizo dos:
1) El avance social que ha supuesto disociar sexualidad de reproducción. Sé que para algunos sectores católicos esto es insostenible. Y digo para algunos porque yo soy católico. Eso sí, no tengo nada en contra de que cada cual piense como quiera. Si una mujer, MAYOR DE EDAD no desea tener hijos o disfrutar de su sexualidad sin traer una vida al mundo ¿Quiénes somos para negarle ese deseo? ¿Le decimos acaso que lo que tiene que hacer es contenerse? Por ello digo que el capitalismo ha traído la posibilidad de poder elegir y que NADIE nos obliga a comprar anticonceptivos.
2) El sistema capitalismo y estado de derecho. Es un tema complejo, pues puede darse capitalismo sin él; ejemplo, China. Pero el Liberalismo no se sostiene sin un estado de derecho fuerte, que equilibra la tendencia del capitalismo hacia el mercantilismo y los derechos del individuo. El domingo pasado, coincidiendo con el día de la madre, critiqué fuertemente el capitalismo por un hecho reciente que aún me escuece, que es cuando una empresa echa a una mujer por quedarse embarazada. Si hay un estado de derecho fuerte, las mujeres gozarían de máxima protección.
El capitalismo puede tomar muchas formas, pero sólo el liberalismo es la adecuada. Y si no leed «Antropología del caiptalismo» de D. Rafael Termes. Explica esto y mucho más mejor que yo.
En suma, no estoy ni a favor ni en contra de la píldora. Es el uso que hagas de ella. No matemos al mesajero, pues, en última instancia, ha de ser nuestra voluntad la que guíe nuestras decisiones
La ciencia avanza que es una barbaridad.
Muchos inventos muy celebrados que ahora usamos profusamente, nos fueron “vendidos” como una conquista. Cuando no disponíamos de ordenadores, ni de teléfonos móviles, o correo electrónico, se pronosticaba que estos avances científicos nos liberaría de las largas jornadas de trabajo otorgándonos más tiempo para nuestro ocio, para culturizarnos, para dedicarnos a nuestras familias. ¿Qué dirían aquellos profetas de las recientes propuestas de chinificación con jornadas cada vez mas largas de trabajo con una población esclavizada de por vida por el temor a no poder pagar su hipoteca? Para el capitalismo, endeudarse nos posibilitaba mas libertad de elección, nos daba acceso a poseer cosas que antes no podríamos soñar y sin embargo, sospecho que ocurrió que en vez de liberar, acabó alineando, haciendo sumisos a los que antes tenían poco pero nada mas valioso que su propia dignidad.
La mujer adquirió la capacidad de tener experiencias sexuales sin temer un embarazo no deseado. La mujer pudo emanciparse reduciendo su maternidad a cambio de la independencia económica y la realización profesional. Sin embargo no hemos avanzado sino retrocedido en el reconocimiento y prestigio social de la maternidad, al esforzado y heroico papel de la “hembra alfa” que gobierna su manada con sabiduría y no con violencia como hace el garañón.
Hemos alterado la naturaleza de las cosas en aras de una ambigua libertad que desprecia el hecho de que la represión femenina es una cuestión cultural que ninguna pastilla ni aparato liberará sino mas bien aplazará. Es cierto que ocurre por ahora en culturas minoritarias, pero hay muchas en varios continentes donde la mujer dispone de su vida sin ser sometida al marido, padre o tutor y no les fué necesario ningún invento para alcanzarlo.
Dicen los psiquiatras que cada día aparecen más adicciones en esta sociedad altamente tecnificada. La última es la adicción a la pornografía por Internet. Al parecer hay adultos que se pasan la mayor parte de las horas del día enganchados a este tipo de páginas. Supongo que ir a Perpiñan para ver el Ultimo Tango, fue en su momento un acto loable de rebeldía progre. Al cabo de los años, la libertad y los avances tecnológicos nos liberan de ponerse colorado delante del kioskero o sacar una entrada en un lúgubre tugurio. Solo tenemos que teclear unas palabras claves y la oferta aparece por doquier en el salón de nuestra casa, en la habitación de nuestros hijos. Mientras tanto ese avance ha convertido a millones de personas en hikikomorís sexuales. No puedo entender la concepción del amor de estas personas, pues entiendo que el amor es estar con la persona amada, abrazarla, olerla, sentir su respiración, enternecerse con las primeras arrugas después de muchos años de convivencia. Me parece tristísimo que millones de personas en el mundo solo puedan vivir de contemplar esas sombras engañosas que representan todo lo contrario a una relación entre dos personas que se aman.
En esto de la tecnología me sorprende la clarividencia de algunos visionarios como Verne, Ortega o Huxley. Nuestro genial filosofo profetizaba un mundo de eruditos que a su vez son analfabetos funcionales alineados por la tecnología. Verne profetizó los grandes descubrimientos y nos presentó a Nemo y su utopía que pretendía ser impuesta a golpe de espolón de abordaje. Otro Nemo, el de Matrix, advertía de esas sombras engañosas y resultaba que los que pretendía liberar intentaban asesinarlo al desvelarle la realidad de las cosas exponiendo la gran mentira que dominaba sus vidas. Huxley profetizaba irónicamente un mundo feliz alcanzado gracias a los avances tecnológicos y las drogas a cambio de perder la libertad individual, para asumir el vasallaje de los que irónicamente se creen reyes de su destino. El movimiento de la psicodélica, nos proponía los psicotrópicos como una liberación, el resultado resultó ser como el nombre de un mítico grupo de la época que traducido hacía llamarse; muerte gratificante.
Querido Prometeo:
Está muy bien lo que dices. En general la tecnología nos ha liberado de algunos problemas pero nos ha traído otros. Ya no creo en utopías futuristas, pues los avances serán para los de siempre: quien tenga dinero y capacidad para acceder a ellos. Pero ese es otro tema, así que no nos desviemos.
Sin embargo con el tema de la sexualidad, creo que te equivocas. ¿Realmente crees que alguna vez la maternidad ha tenido prestigio social por si misma o más bien porque o quedaba más remedio que tener muchos hijos para sobrevivir en épocas muy duras, con unas tasas de mortalidad infantil elevadas? El hombre era más «macho» cuantos más hijos tenía, y la fertilidad de la mujer estaba bien vista. En el fondo hay un punto machista en tu razonamiento al no reconocer que al gran éxito de la píldora hemos contribuído los hombres con nuestra actitud con las mujeres. Y cuando pudieron elegir entre la maternidad y la sexualidad de manera disociada, muchas tuvieron la libertad para poder elegir y no estar al dictado de la naturaleza
¿Es acaso malo poder elegir la vida que deseas llevar? Y al igual que conozco muchas amigas que no desean tener hijos, otras sí lo desean. La maternidad se ha utilizado muchas veces como forma de sometimiento a las mujeres.
No entiendo eso que llamas «represión cultural», que en todo caso lo interpreto como un sometimiento de su sexualidad a la maternidad. Así pues concluyo que gran parte del éxito que ha tenido la píldora ha sido gracias al comportamiento muchas veces de desprecio de los hombres hacia las mujeres, a su trabajo como amas de casa y madres. ¿Quién cuidaba de los hijos exclusivamente más que nuestras madres? Si bien los hijos son una bendición de Dios en parejas que realmente se aman, son una herramienta de chantaje en las que no. Y a la vista está y no sólo en los casos de divorcio.
Quizás ya he visto demasiadas cosas…
Apreciado Javier:
Mi constante denuncia del uso de la tecnología para un fin contrario para el que fue ideada, puede que me desviara del tema. En cualquier caso destaco dos cosas del post: por un lado el gran negocio de los que no tienen otro cuestionamiento moral o filosófico que no sea aumentar la cuenta de resultados y segundo la sorpresa que produce que estas cosas se defiendan todos a una, de forma monolítica, sin mencionar los efectos secundarios y algunas cautelas sobre esa ambigua libertad sexual de las mujeres que como muy bien comenta Paco, beneficiaron mas a los hombres que a los mujeres.
En el último aspecto, tomo como ejemplo a las escandinavas, aquellas que eran el paradigma de la libertad sexual décadas atrás –por lo menos en las películas de Alfredo Landa-. En aquella época no estaba bien vista la maternidad ni el matrimonio y muchas jóvenes decían que nunca se casarían ni tendrían deseos de ser madres. Era una consigna como la quema de los sujetadores. Sin embargo eso ha cambiado y los últimos años han dado un vuelco al crecimiento vegetativo negativo de aquellos años. Es evidente que aquellas mujeres superaron muchos tabús de su imaginario feminista. Os pongo otro ejemplo: cuando era niño y todavía vivía Franco era normal ver a las madres amamantar a sus bebés en público. En los autobuses urbanos era tan natural que nadie le daba importancia. En plena época de conquistas sin embargo las madres de la transición dejaron de hacerlo. ¿Qué pasó entonces?.
Años después escuchamos una noticia en la tele comentando que una diputada danesa se había atrevido a llevar a su bebé al parlamento y allí mismo le había dado el pecho. Poco tiempo después, un grupo de mujeres jóvenes amamantaban a sus bebés en un parque en grupo. Era una actitud reivindicativa, trataban de normalizar ese acto tan natural y que tan bien simboliza la ternura y el amor de una madre. Solo un obseso podría ver algo libidinoso en ello. Las abuelas de las mujeres que organizaban esa “amamantada pública”, podrían pensar entonces que sus nietas habían perdido muchos escalones de libertad pues ellas nunca habían tenido problemas.
Todavía recuerdo una estatua perdida del viejo conjunto del Pasatiempo de Betanzos. Aquel conjunto escultórico se llama “la caridad” y representa a una mujer joven amamantando un anciano. Creo que hoy en día esa escultura no se podría situar en ningún espacio público de nuestro país. ¿Eran entonces mas avanzados hace un siglo y a pesar de todos los discursos libertarios, en el fondo somos cada vez mas cavernícolas. ¿
Creo que las mujeres han avanzado muchísimo en su reconocimiento social. Hasta hace poco no podían ni firmar un documento sin el consentimiento del marido, pero quizás -como les ocurrió a las suecas- algún día se den cuenta que alguien les ha vendido una pretendida libertad para hacer caja, mientras tanto, según como se mire, nunca como ahora las hemos esclavizado tanto, incluso obligándolas a renunciar a la maternidad para tener éxito profesional, llamando despectivamente a las que se quedan en casa Marujas. Conozco una escandinava joven y madre de tres hijos que vive Coruña y siempre comenta que no puede entender esa actitud de las mujeres para con las mujeres. Conozco también una abuela que fue mariscadora, crió a hijos, sobrinos y nietos. Es una típica representante de esas viudas de vivos por ser la mujer de un marino mercante. Fundó organizaciones de base e incluso participó durante un tiempo en política. Son de esa casta de señoras de edad que parece que les pusieron el turbo al nacer. Cuando escuchaba a las jóvenes, se encaraba poniéndose en horcajadas y decía:
Soy Maruja …¿y que? Siguiendo con otra pregunta ¿acaso debería haberos pedido permiso a las jóvenes para elegir mi manera de vivir?
Perdóname, Prometeo, no lo he visto hasta ahora mismo. Abrazo
Querido Prometeo:
Un quiebro literario, sutil y magnífico, como no esperaba menos de ti. Pero yerras cuando no respondes a la cuestión que planteaba. Quizás no quedó del todo clara y lo hago ahora; todo mi análisis se hace desde la perspectiva de la libertad individual, no del «feminazismo». Es cierto y constato lo que dices de las nórdicas, pero no menos cierto que ellas fueron hijas de un tiempo de muchos cambios sin los cuales las mujeres actuales no podrían converger hacia su punto de equilibrio. Es como un muelle: cuanto más lo aprietes, más salta, hasta que se equilibra.
No estoy en contra de aquellas mujeres que, queriendo utilizar su libertad, utilizan métodos anticonceptivos para disfrutar de su sexualidad. No es una cuestión sólo de que, según Paco, los hombre hayan sido los más beneficiados de la libertad sexual de las mujeres.
Esa opinión, seguramente más extendida de lo que creo, tiene un toque de machismo ya que hay mujeres que disfrutan tanto como los hombres de una relación sin compromisos. ¿Vas a descalificar a esas mujeres porque así lo han elegido?
Sin irnos a planos teóricos, conozco y he conocido amigas que utilizan o han utilizado la píldora simplemente para postergar con su pareja un posible embarazo. Y luego han sido madres felices.
Venía escuchando en el autobús que 2/3 de los embarazos no deseados se deben a una mal uso de los métodos anticonceptivos. Si alguien, en uso de su libertad, no sabe ser reponsable, mejor que no la utilice. O si una mujer, en uso de su libertad sexual se queda embarazada, debe hacerse cargo, al igual que su pareja (si la tuviera) de las consecuencias de esta. Ocurre que no nos gusta ser libres y preferimos que nos dicten las normas morales antes que pensarlas un poco.
Quizás la historia de la píldora no sea precisamente muy ética y no me extrañaría que tras los movimientos «feminazis» se escondiesen intereses de la industria farmacéutica. Pero han pasado cincuenta años y ha cambiado incluso la forma de utilizar la píldora así como el feminismo. Quedarse en aquellos años 60 sí es cavernícola, pero aprender a afrontar esta era desde otros paradigmas sociales no es más que un ejercicio de responsabilidad y de la libertad a elegir dentro de nuestra restringida libertad individual. La historia de la humanidad, como bien sabéis, no tiene forma lineal sino de una curva creciente con «dientes de sierra»
Creo que el tema da poco más de si, además no podemos centrarlo en un pin pan pun entre Javier y un servidor.
De todas formas, volviendo a mi tema recurrente de las paradojas -como la educación antiautoritaria destinada a evitar la frustración que acaba generando millones de frustrados, como aquella expresión clásica de que las cosas buenas a los malos hacen mas malos y las malas a los buenos hacen mejores, ocurre, que entendemos la renuncia como una perdida de libertad, pero esto no siempre es así, o por lo menos cuando en muchas ocasiones he hablado de la contradicción del sometimiento liberador, del que se entrega a un elemento natural como la montaña, el mar, o a nuestra propia naturaleza que remata de forma inapelable en la enfermedad y la muerte. Renunciar voluntariamente es la máxima expresión de libertad y además es la única que da alegría y satisfacción. Renuncio a emborracharme, renuncio a la comodidad de mi casa, para enfrentarme a un temporal, renuncio voluntariamente al hedonismo para alcanzar la felicidad del que se supera. Por desgracia, siempre que se nos brinda un bien, incluso cuando es el mejor del mundo como la comida o el agua que nos sacia, si no sabemos controlar su uso, acabamos empachados o ahogados. Creo que somos demasiado holigans de los avances tecnológicos, ayer mismo se lo decía a un importante responsable de telecomunicaciones: tener banda ancha es fundamental: en la empresa, en la formación, incluso en el ocio, pero ojo, esto esta generando adicciones tremendas, auténticas pandemias y aunque solo sea para ponderar nuestras cautelas tenemos que ver lo que pasa en Corea. Se habla de la energía nuclear, de que ahora es inexorable su implantación, incluso que es la única salida al movimiento ecologista que se ha encontrado con el gran problema del calentamiento, pero os recuerdo que entre los numerosos productos que se desarrollaron en su momento con el uranio, estaban unos supositorios y asientos radioactivos que prometían curaciones milagrosas, e incluso un aparato para que las zapaterías pudieran medir nuestro pié sin descalzarnos. En definitiva, no sabíamos nada e incluso las sociedades médicas aplaudían como terapéutico lo que después se demostró que acabó con la vida de sus usuarios.
Creo que somos muy superficiales, que no analizamos suficientemente las cosas y que si algo encaja con la moda o tendencia, lo aplaudimos sin el menor recato. En el asunto que nos ocupa, solo quería decir que en cuestión de libertad, quizás en un sentido hemos ganado, pero estoy seguro de que en muchos hemos perdido. . Sin embargo estoy totalmente de acuerdo en que la gente no reflexiona con represión, sino con formación y cultura. A la vista de los últimos acontecimientos, dudo mucho de que les interesara a las farmacéuticas inventar una pastilla para hacernos más inteligentes porque sospecho que les va bien con nuestra poca capacidad de reflexión. Mientras que no nos dan esa alegría que nos motivaría –supongo- a ir corriendo a la farmacia, yo solo pido que nos sigamos haciendo preguntas, aunque sea a contra corriente, rascándonos la cabeza desconcertados en medio de tanta festividad conmemorativa.