Se miden la altura moral e intelectual, la imaginación y la veracidad de un polemista por su capacidad de proporcionar datos, informaciones y argumentos: cuanta menos información y más insultos o comportamientos violentos, menos razón suele asistir a quien así debate. El insulto es el recurso rastrero de quien no tiene razones que aducir en su ataque o en su defensa. Señala la escasa inteligencia o el déficit de honradez. Cuando al insulto se le añade una dosis de mentira, lo dicho o lo escrito se reduce a una baba amarilla, viscosa.
Duele ver ese comportamiento en los que aspiran a merecer —sin conseguirlo— la condición de periódicos, pese a que hayan nacido viciados por un partidismo tan loco que ni siquiera defienden los intereses de la entidad que representan, sino solo los de sus rectores.
Pero quizá duela más el recurso a tan bajos procedimientos en un periódico que un día fue un periódico. Me refiero a La Región de Ourense. Pese a que, por el puesto que ocupa en el mercado provincial, debería ser el diario solvente y próspero de otras épocas, se encuentra en una quiebra casi inexplicable y a merced de los cacicatos políticos y empresariales. Lo peor es que ahí deja también a sus lectores. La operación fracasada por la que pretendían que la Diputación entrara en su accionariado apenas hace visible lo dicho. Por eso se ha urdido tan en silencio, tan a oscuras. Sorprende que en nuestros días se haya planteado siquiera tan descarada posibilidad.
No sorprende, sin embargo, que el periódico ourensano responda a las informaciones con insultos y reconozca incluso que los ha copiado de ese otro supuesto periódico coruñés. Lo decía hace años Nicolás Gómez Dávila en sus Escolios a un texto implícito: «Nuestro tiempo descubrió que a cualquier cosa se le puede prolongar la vida envileciéndola».
¡Pero qué se puede esperar de un personaje como Baltar!, un mafiosillo de tres al cuarto. Por gente como esa no he votado (ni votaré) al PPdGa en mi vida. O viene Esperanza Aguirre, o Rato, o no les voto ni harto de vino. El problema del PPdGa es haber mantenido a esta gentza por un puñado de votos y amigos «liberales» que hablan en la COPE por la noche ¡¡tenían el santo descaro de defenderlo!!
También sé de primera mano, que otros como el de Pontevedra se subvencionaban con fondos de la Diptación. Quizás se hacía de una forma menos tosca.
Me indigna la noticia por el trasfondo mafioso.Que periodistas se vayan a la calle, me duele, pero que me vendan una «hoja parroquial» con fondos públicos, más aún. Porque la situación de desempleo suele ser coyuntural, mientras que la «cultura de la subvención» es en asunto estructural y que afecta al desarrollo de un país.
Lo siento por aquelllas personas que trabajan horadamente en el diario
Comenté este asunto brevemente contigo y en mi humilde y particular opinión, los periodistas –máxime desde otros medios– deberíamos evitar la sangre –¡pese a que el propietario de la empresa de marras recurra a ella!– Es preciso centrar el asunto en lo esencial: unos políticos, entre los que no solo figuran dirigentes del PP, pretenden destinar dinero público a comprar acciones de una empresa privada que está en quiebra «técnica» debido a lo que todos sabemos.
Esa es la cuestión. Creo que deberíamos negarnos a navegar por meandros.
Insisto en que lo esencial no requiere tantas vueltas: el dinero público –menos el de las instituciones de una provincia que arrastra dificultades para su desarrollo y equilibrio económicos– no se debe invertir en negocios privados.
Félix: no sé si habrás leído lo que publicaron ayer. Lo de hoy es otra vergüenza.
No me extraña. He vivido en mis carnes la política caciquil en Ourense -el daño que hizo a alguien a quien quiero mucho- y Baltar, que se prolonga y se prolonga políticamente desde que tengo uso de razón, me despierta cosas muy malas por dentro.
P.D: Hace siglos que no leo La Región -en realidad sólo miraba la viñeta de O Carrabouxo-…
Empieza tocando el trombón. Aspira a escribir la partitura y, si le dejan, acabará dirigiendo la orquesta.
¡Ay! que nos sale un Berlusconi de palleiro.
Paco, sí, he leído lo que publica La Región. Copincido contigo en el asco, pero precisamente porque nos da asco deberíamos evitar comentarios. En todo caso, llegados a cierto punto, la difamación y la injuria están penadas por la ley.
La ventaja –y «desventaja»– de la palabra escrita es que perdura.
Mientras se aguarda el dictamen de la justicia, funciona lo de «el que calla otorga», y me parece que ni el periodismo ni los periodistas lo merecemos.
Eu penso, como apunta Félix, que destas cousas hai que informar o xusto e necesario, porque «dar caña» cun asunto determinado -máis ainda cando ten que ver con algo ou alguén do teu sector- transmite a sensación de que cada quen está defendendo os seus intereses, uns intereses que o lector percibe, ainda que non saiba con certeza cales son.
Ademáis como quen mellor sabe utilizar a información, sacar as cousas de contexto ou manipular abertamente son os xornalistas, hai que botarse a temblar cada vez que se produce un choque deste tipo e empezan a saltar polos aires os titulares do tipo «y tú más» ou «y tú también».
Cando se chega a este punto, do fundamental -o intento de desviar 1,5 millóns de euros públicos para unha empresa privada- xa non se acorda case ninguén.
No soy periodista sino economista, que no sé que es mejor :-).
Estoy de acuerdo con los que dicen que entrando al trapo se pierde credibilidad, Paco, pero ¿quién va a decir entonces lo que hay que decir? Somos todos tan políticamente correctos que parece que ya no se pueden decir ni las verdades. Yo sigo agradeciendo que me las digan.
Y económicamente hablando, no hay duda ¿verdad? Ahí estan los datos públicos para quien quiera verlos.
Entrar al trapo siempre es peligroso, se corre el riesgo de perder la compostura.. por suerte no es este el caso, porque la elegancia va sobrada, y tb es verdad que a veces es difícil quedarse callado y más difícil todavía saber responder sin alimentar el fuego… Lo que he leído en La Región es bochornoso, envilece, efectivamente a quien lo escribe. El tono de este artículo es impecable y las informaciones en La Voz… son informaciones… no?
Vaya, no había leído los artículos publicados en La Región. No está nada mal la cosa…. Son artículos de macarra. De todos modos, no es ninguna novedad este tipo de escabechinas entre medios.
El problema no es si La Voz o La Región se pelean. Ambas son empresas, tienen sus intereses y cualquiera que haya trabajado en un medio de comunicación sabe que en su gestión muchas veces la transparencia brilla por su ausencia. Pero bueno, en fin… Y cualquiera que haya trabajado en un medio sabe lo complicado que es mantenerlo a flote. No es una empresa fácil.
El problema es que parece mentira que la Diputación, financiada con nuestros impuestos, se haya planteado siquiera la posibilidad de invertir 1,5 millones de euros en una empresa privada que para más inri es el periódico más señero de la provincia y entrar en su accionariado. La jugada es típica de un personajillo como Baltar. Y, francamente, para los que rondamos la treintena este tipo de actuaciones nos suenan al caciquismo de otros tiempos. Son reminiscencias del pasado arraigadas en personajes públicos tanto de la derecha como de la izquierda que se creen que los ciudadanos somos medio lelos y que tienen derecho a mangonearlo todo para mantenerse en la poltrona. Baltar es el Román de Libro de Familia redivivo.
Mikel