La historia del hombre que arriesgó su vida para salvar la de un niño de doce años está batiendo records de visitas en lavozdegalicia.es, que fue promotora y protagonista del reencuentro entre el salvador y el salvado.
Hace pocas semanas publicábamos la del patrón de un pesquero que se lanzó al mar para rescatar a un tripulante que se había caído. También arriesgó su vida, pero sin éxito.
Meses atrás La Voz se hizo eco del heroismo de un preso que tampoco dudó en zambullirse desde un barco para rescatar a un niño. Entonces publiqué esta columna en Nuestro Tiempo:
Redentores
El 6 de junio un preso salvó a un niño de dos años de morir ahogado. La historia quizá sea conocida: Javier Blanco disfrutaba de un paseo en goleta por la bahía de Santander con otros reclusos y unas cuantas personas más, entre las que se encontraba la familia del niño que cayó al agua y que Javier rescató cuando ya se había hundido. Se tiró al mar sin pensárselo dos veces y consiguió izar al niño. Ahorro los detalles porque son lo de menos.
Cuando la madre quiso agradecérselo, todavía en la goleta, y le pidió un teléfono de contacto, Javier sólo le dijo que era gallego y que estaba de paso. La madre se enteró de su verdadera situación por una carta que publicó en el periódico el capellán de la cárcel, e inició una serie de gestiones que dieron como fruto la libertad condicional de Javier en poco más de quince días. Este es el resumen de la historia magníficamente contada por Susana Basterrechea en La Voz de Galicia.
Pero lo que más me interesa son las citas entrecomilladas que la periodista atribuye a la madre del crío y a Javier Blanco, el preso que lo salvó. La primera, que parece obvia, no lo es en absoluto. Dice la madre: “Mira, en el barco había cincuenta personas y la única que se tiró fue él”, que unida a esta otra, da mucho que pensar: “Crees que si alguien está preso es porque es malo, y no tiene por qué ser así”. Y después: “No sabíamos cómo pagárselo. No salvó sólo a un niño, salvo una familia entera”.
Aquella goleta debía de estar llena de gente buena, pero sólo uno se arriesgó y ése consiguió cambiar las cosas. Como muy bien dice la madre, hizo algo más que salvar a un niño. El efecto multiplicador del heroísmo, por muy aislado que parezca, comparece siempre y tiene incluso la fuerza suficiente para hacer saltar por los aires clichés mentales impresos a fuego contra los que cualquier lucha podría parecer imposible.
En tiempos de aborregamiento, en los que quienes se tienen por buenos nada hacen salvo sufrir y despotricar, vienen bien noticias de heroísmo como ésta. Javier Blanco habla ahora de su familia de Santander: “Siempre habrá un vínculo entre nosotros. Ahora mi familia es más grande”. El héroe, al final, como en todas las viejas historias, está menos solo.
Pero lo mejor de todo quizá sea cómo pinta Javier Blanco, en un endecasílabo, el múltiple efecto redentor de su acción: “Lo salvé, pero él también me salvó a mí”
Felizmente o mundo ainda tem heróis e trovadores para eles.. nao é?
preciosa história.
Endecassílabo? certo? Lo mío nunca fueron los números… ni en la métrica lírica.
saúdo
Qué gran historia. Aplaudo. Y aplaudiría aunque el endecasílabo tuviera trece sílabas o diez.
Es una de esas historias de Paco. La lees, tan buena y tan redonda, y terminas satisfecho, contento de encontrar esas cosas buenas en la vida, con la leve sensación de que estás en el lado correcto. Pero después de leerla la historia sigue ahí, dando vueltas en la cabeza. Ha quedado algún grumo que se atasca un poco, algo extraño que no termina de disolverse y que te obliga a releer la historia sin saber muy bien por qué.
En la segunda relectura, me han saltado a la vista estas palabras: «los que se tienen por buenos». Glups.
Vaya, muy buena esta historia. La recuerdo. Y me recuerda a un diálogo de una de las mejores series de la historia (de la que creo que eres seguidor, o lo fuiste, o la has visto): «las calles del cielo están llenas de ángeles….es tiempo de héroes» (más o menos decía algo así).
¿Me aproximo?
Miguel
Obrigado, Towanda. Y muchísimas gracias, Ander, por incluirla en tu blog y por esos comentarios. Aprovecho para recomendar la visita a ese blog, siempre deslumbra, pero en las últimas entradas, además, hace reír y mucho.
Mikel, no sé a qué serie te refieres. No veo series. Solo he seguido, y en dvd, El Ala Oeste y 24 horas, pero no completas. La frase, de todos modos, me gusta, sí. Aunque me extraña que las calles sean las del cielo. Funcionaría mejor sin cielo en este caso.
Justamente a esa me refiero, a la primera. Cuando tengas tiempo te pondré el capítulo y verás las coincidencias. Son tantas que me ha llamado la atención.
unha aperta
miguel
PD Vaya, nunca me había metido en esto de los blogs y veo que es muy ‘vicioso’, je,je.
Por un momento me asusté, ¿cómo sabe este qué veo y que no? Pero, claro, luego recordé que me la prestó tu hermano…
Me gusta el comentario de Ander. Es como eso que dicen: el mal avanza cuando los buenos se paran (bueno, el dicho exacto no es así, pero más o menos…)
Si, efecto multiplicador , pero ¿Porque necesitará el héroe salir en La Voz de Galicia? Porque si no quiere no sale, eso es irrebatible. ¿Es sabedor de ese efecto y trata de imbuirnos de heroicidad? ¿Es tan pensador y profundo el héroe que obedece a su instinto en un segundo y salva (supuestamente) a un niño? ¿Se deja vencer por la supuesta «consideración» que se atribuye en esta sociedad al hecho de salir en los medios de comunicación?
No sé, no sé.
A mi cualquier héroe que se deja entrevistar y cuenta su heroiicidad me parece sospechoso, por mucho que reniegue de ser un héroe en la misma entrevista. Jamás entendí ese comportamiento, me parece chocante, aunque me alegré mucho por el niño y considero a quién se arriesgó por salvarlo una persona de bien.
Creo que el afán de notoriedad desvirtúa a quienes, con toda buena fe, realizan actos de virtud.
Saludos medio críticos.
No sé, de la crónica se deduce que el hombre no se identificó y su caso tardó bastante tiempo en salir a la luz, gracias al capellán de la cárcel, no a su iniciativa. Pero bueno… Si te refieres al otro, también desapareció y tuvo que buscarlo la madre del niño con ayuda de La Voz.
Me gustaron tus playas y me he suscrito
Gracias por tu respuesta y por tu opinión sobre estas playas abandonadas.
Seguro que es como tú dices, que no se dieron al público conocimiento en el primer momento por su propia voluntad, pretenciosamente, pero indudablemente se dieron.
No digo que a posteriori lo hayan hecho pretenciosamente, no es eso, pero cuestiono la necesidad interior del individuo (del individuo en general)de ser protagonista de una noticia en un medio de comunicación.
Desde mi puento de vista, el relato del hecho es suficiente para que los lectores se den cuenta de que es posible ayudar a los demás.
Honro a los héroes desconocidos y a los reconocidos, pero no por ellos mismos en el segundo caso.
Un salúdo.