La Voz de Galicia
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Una maniobra de riesgo. Los avances en tecnología y en seguridad, tanto en los coches como en las carreteras, han conseguido reducir la cifra de accidentes, pero al mismo tiempo han aumentado, en muchos casos, el grado de papanatismo al volante. Pongamos por caso los adelantamientos. ¿Quién sabe adelantar? Acostumbrados a las autovías y autopistas, donde el adelantamiento es un rebasamiento con una leve aceleración, muy pocos saben reaccionar cuando se trata de hacer un adelantamiento de verdad, de los de antes. De esos en los que hay que asomarse a la línea mediana y ver si vienen coches de frente. Y entonces, y solo entonces, decidir si tendremos tiempo y espacio suficiente para ejecutar el adelantamiento sin provocar un accidente. Tendremos que mirar por el retrovisor de la izquierda para ver si alguien más quiere adelantar, poner el intermitente, y empezar la acción, ocupar el carril contrario, probablemente poner una una marcha más corta para poder tener la suficiente potencia, y acelerar a fondo para rebasar cuanto antes al vehículo adelantado y regresar inmediatamente a nuestro carril. Esto que he contado, que parece una obviedad, es para muchos algo que apenas realizan, o sí lo hacen es solo una vez a la semana. El resto de los días sus adelantamientos se limitan a sobrepasar, sin mucho esfuerzo, a otros coches en autovías y autopistas. Y eso se nota en las carreteras convencionales cuando ves que los adelantamientos se hacen como en las autovías, casi a la misma velocidad que el coche rebasado y sin prisas para regresar al carril derecho. Y esa es la maniobra más peligrosa de la carretera.