Una maniobra de riesgo. Los avances en tecnología y en seguridad, tanto en los coches como en las carreteras, han conseguido reducir la cifra de accidentes, pero al mismo tiempo han aumentado, en muchos casos, el grado de papanatismo al volante. Pongamos por caso los adelantamientos. ¿Quién sabe adelantar? Acostumbrados a las autovías y autopistas, donde el adelantamiento es un rebasamiento con una leve aceleración, muy pocos saben reaccionar cuando se trata de hacer un adelantamiento de verdad, de los de antes. De esos en los que hay que asomarse a la línea mediana y ver si vienen coches de frente. Y entonces, y solo entonces, decidir si tendremos tiempo y espacio suficiente para ejecutar el adelantamiento sin provocar un accidente. Tendremos que mirar por el retrovisor de la izquierda para ver si alguien más quiere adelantar, poner el intermitente, y empezar la acción, ocupar el carril contrario, probablemente poner una una marcha más corta para poder tener la suficiente potencia, y acelerar a fondo para rebasar cuanto antes al vehículo adelantado y regresar inmediatamente a nuestro carril. Esto que he contado, que parece una obviedad, es para muchos algo que apenas realizan, o sí lo hacen es solo una vez a la semana. El resto de los días sus adelantamientos se limitan a sobrepasar, sin mucho esfuerzo, a otros coches en autovías y autopistas. Y eso se nota en las carreteras convencionales cuando ves que los adelantamientos se hacen como en las autovías, casi a la misma velocidad que el coche rebasado y sin prisas para regresar al carril derecho. Y esa es la maniobra más peligrosa de la carretera.
Si no sabes, no adelantes
por José Manuel Pan | Jul 10, 2011 | Adelantamientos, Velocidad | 2 Comentarios
Y tantas otras cosas, que por obvias, parecen ser conocidas y no lo son. Podríamos empezar por los peatones: como deben circular en poblado y en carretera, como deben cruzar por paso señalizado o no, como deben mirar en calles de un sentido o dos de circulación, etc. etc. Podríamos seguir con los «infantes» que empiezan a montar la bicicleta: por dónde circulo?, me pongo casco?, conozco las indicaciones con los brazos?, etc. etc. Continuaríamos con los adolescentes y sus «locos» ciclomotores: necesito permiso?, puedo llevar «paquete»?, el seguro me cubre los daños personales? etc. etc.; y así sucesivamente, hasta llegar al culmen de la conducción: llevar un coche. Y hete aquí, amigo Pan, que ya no me atrevo a seguir formulando interrogantes. Y no solo las administrativas, sino las técnicas y las de hábitos; y me temo que un porcentaje bastante alto quedaríamos para setiembre. Y quedar para setiembre, significa que tenemos otra oportunidad, circunstancia que no se da casi nunca en otras facetas de la vida. Por eso deberíamos de aprovecharla y reflexionar acerca del suspenso precedente. Toda esta parrafada se resume muy fácil: EDUCACIÓN VIAL desde la guardería hasta la universidad, reforzando los conceptos de solidaridad, hábitos correctos, seguridad, armonización del tráfico y tantos otros que darían para llenar esta plataforma, pero eso es otra historia, y el ejemplo que nos plantea el maestro bloguero es solo una pequeña puntita del iceberg, tiempo habrá para seguir hurgando en la «herida».
Un saludo
Educación vial desde niños. Es lo ideal. Pero dime, cuántas veces llama un colegio a la policía local o a la Guardia Civil de Tráfico para que asesore a los profesores. Por qué no existe ya esa asignatura de educación vial. Más interrogantes.