«Me he hecho el test de estar hasta los mismísimos redaños y he dado positivo» – decía un neme que me mandaron por wasap- y lo suscribo aún sin haberme hecho la prueba.
Hasta los mismísimos del infierno de los otros (Sartre, dixit), de las medidas y las no medidas que vocean las autoridades provocando un mensaje paradójico que te acaba paralizando. Lo escribía hace unos días Fernanda Tabarés en una excelente columna dónde subrayaba lo paradójico que resulta un «toque de No queda» (si es no queda, es que hay que moverse) o una cabalgata estática -tan paradójico como un tour de Francia en bici estática-; otro neme acertaba la queja diciendo: «si salgo a la calle sin mascarilla es ilegal pero si me siento en una terraza es legal, si ando sin ella es ilegal pero si corro es legal, si voy a un hipermercado lleno de gente es legal pero si me reúno con ocho amigos es ilegal, si voy a trabajar es legal pero si voy de vacaciones es ilegal, si me baño en la playa es ilegal pero si nado es legal; si paseo al perro es legal pero si paseo al niño es ilegal…» Y así llevamos dos años.
Digo yo que después de todo el Master en coronavirus que llevamos cursando ya hemos conseguido el grado y que es hora de que cada cual se guarde el tafanario conforme a su entender y el que no lo entienda no lo va a entender nunca y seguirá siendo carne de muladar !qué le vamos a hacer! Pero, por favor, que pare esta ventolera de indicaciones que sólo generan ruido, confusión y falta de credibilidad.
Que dejen a los científicos sin afiliación dictar las normas y si no conviene, que dejen de ordenar.
Jesús, qué fatiga!