La Voz de Galicia
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El diccionario de la RAE define el ansia como un anhelo intenso de algo y como una congoja o fatiga que causa en el cuerpo una inquietud y agitación violenta.
Los sinónimos del ansia en el Espasa van desde el afán, anhelo o ambición, a la incertidumbre, la intranquilidad y el pujo.
En francés lo más parecido es la envie -que viene ser a tener ganas- y, en inglés, el wish y el want.
José Antonio Marina en su Diccionario de los sentimientos encuadra el ansia dentro de la tribu del deseo, bien como «un deseo incontrolado de algo» o como una «angustia y agitación violenta». Señala, pues, que el deseo puede ir acompañado de distintos sentimientos.
En gallego, sin embargo, el concepto que acoge la palabra ansia va mucho más allá de todo lo anterior. Es otra cosa, otro sentimiento, una realidad que solo se entiende en Galicia.
El asunto viene a cuento tras recibir una de esas coñas que te mandan los amigos por el WhatsApp. El anuncio decía así: «Vendo sacho de ferro de fundisión e mango de saljeiro. Ten javeado as mellores cortiñas de caxade. Especialidade en rejos para patacas, repolo, coles e mesmo pementos. Véndese por falta de Ansia».
Excuso intentar describir este tipo de ansia que, cuando te falta, te deja vendido y entregado. Un ansia que es algo más serio que la simple desgana o la pérdida de deseo. Esta es un ansia sistémica y combustible, como la sangre, la lucidez o los latidos del corazón. Es una rendición resignada. Cuando nos falta ese tipo de ansia no cabe ningún cálculo, es inútil luchar y lo que toca es firmar la capitulación.
En psicopatología de la depresión el síntoma que más se parece al sentimiento del paisano del anuncio, es la anhedonia, pero ni de lejos describe la falta de ansia que retrata. Es algo más que- como muchas otras cosas- no está descrito en las clasificaciones diagnósticas internacionales.
El ansia de poder, el ansia de vivir, el ansia «de ti», es un sentimiento vital. La falta de esta ansia galaica es un sentimiento mortal.
Y digo yo si no será la falta de ansia el síntoma nuclear de este tiempo de crisis interminable, lo que acaba haciendo dimitir de esta forma a la sociedad. Una falta de ansia que ya es resignación.
Unos nos venden el sacho, otros venden el oro y algunos los órganos y el alma, pero al fin y al cabo todos pagan la misma pérdida.
Solo queda una posibilidad de resucitar el ansia colectiva: el ansia de salir de una vez de esta pesadilla.