La Voz de Galicia
Seleccionar página

¿Saben aquel que se va de juerga y sin darse cuenta le dan las ocho de la mañana? Agobiado por la bronca que le va a caer tira de teléfono y le dice a su mujer: “Cariño, que no pagues el rescate que me he escapado”.
Pues este viejo chiste del añorado Eugenio es la historia real vivida por unos personajes subrreales —Falete y su novio— que han estado toda la semana salpicando los medios de comunicación entre los gritos de quienes se suben en el Dragón-Kan de la bolsa, coches tuneados con la pegata de Galicia Calidade y la luz de gas de los señores del aire, que han convocado una cena/xuntanza  alrededor de la Tabla Global en Washington, capital de Posmodernland.
Ya no invita el Rey, ni el Papa, ni grandes líderes ideológicos. Hace tiempo que desaparecieron los Grandes Hombres. El poder está atomizado y los nuevos señores feudales sólo se juntan en serio cuando no les queda otro remedio. El bienestar de la globalización ha producido más fronteras que nunca, y cada cual se busca la vida a su manera sin atender a grandes discursos ni referentes. Y ya se sabe: los ideales unen y el goce separa. En un escenario así, la ONU, la UE, el FMI y demás zarandajas son sólo iconos colgados de la pared junto a la foto de los abuelos.
Los señores del aire mandan a sus embajadores democráticamente elegidos a discutir los cómos y los porqués, y  el mundo tendrá otra forma cuando acaben el café. Roguemos a quien sea que Zapatero irrumpa en los entrantes como un Lancelot du Lac redivivo, y deposite su escudo de armas sobre la Tabla por el bien y la gloria de nuestra leira. Así se escribe la historia: plus ça change, plus ça continue.
Falete es un cantante de coplas con aspecto de un cruce entre Rappel y Frida Kalo. Un friky auténtico con denominación de origen  andaluz  y una voz espléndida.
Me llama mucho la atención el significante elegido por este personaje para identificarse. Sin entrar demasiado en consideraciones psicoanalíticas —daría para un ensayo del tipo El error de Falete: A propósito de un caso—, es muy significativo que este hombrón amanerado se haga llamar así. Es cómo si no pudiendo negar del todo su condición masculina se presente al mundo como un falo “chiquitito”, disimulando y reprimiendo así el sentimiento de ambigüedad que también debe de tener mucho que ver con el título de su último albúm ¿Quién te crees tú?. Hubiese sido más saludable y menos revelador haberse hecho llamar Fal/s/ete, y sorprender con su voz de tenor a quien avanzara una más voz atiplada oyendo semejante nombre.
Obedece a la misma lógica que la versión posmoderna de los grandes hombres que cantaban coplas como Farina, Valderrama o Bambino, sea un andrógino con bigote como Falete. —¡Si el Fary levantara la cabeza!—.
Pues resulta que Falete tiene un novio de aspecto enfermizo con rizitos en el cogote y más nervioso que Pinocho en una falla. El susodicho individuo se fue de reventón y farlopa con unos amigos hasta altas horas de la madrugada y no se le ocurrió otra cosa que hacer lo del chiste: denunciar que lo habían secuestrado. Descubierto el pastel al pobre de Falete “se le pararon los pulsos”, pero haciendo gala de su profesionalidad no dejó de presentar su último trabajo, encantado de sentirse tan mal ante tanta gente.
Es otra posibilidad, si no nos invitan a cenar podemos intentar un preventivo: “Que no podemos ir porque nos han secuestrado a Moratinos”.Y ojo a la maniobra hostil de que cenen sin nosotros y luego nos digan: “que nos entretuvimos con Obama y se nos olvidó poneros un cubierto”.
En el fondo da igual porque Los Caballeros de la Tabla Global ya tienen a Escalibur desenfundada y a los caballeros elegidos para la gesta. Los demás son sólo tropa o un puñado de Fal/s/etes.

Luis Ferrer es jefe del Servicio de Psiquiatría del Complejo Hospitalario Juan Canalejo