La Voz de Galicia
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<strong><em>Por Luis Ferrer i Balsebre</em></strong>

Instantes después de que cesara una diarrea de granizo descargada del cielo, el guepardo se alzó atlético sobre el peñote y tomó la palabra: “Necesitamos un himno para esta selva —bufó—, ya va siendo hora de ponerle letra al rugido del león. Además, todas las selvas tienen himno y estamos siendo la mofa y la befa de las selvas del norte. Esto no puede seguir así”.
El equipo de guepardos tomó la iniciativa y desveló que ya había encargado a un macaco cangrejero la composición de una letra para el rugido.
Y aquí os presento los ripios que ha compuesto el macaco para someterlos a vuestro parecer y, si os parece, proceder a cantarlo todos en el gaudeamus de la emigración de los ñus.
El macaco sacó un papiro y comenzó a leer los versos con emoción, al finalizar levantó la vista hacia el auditorio y sentenció: “Soy un perdedor”.
Los zopilotes comenzaron a aletear graznando: “¡Vaya cursilada! ¡pastelón, pastelón! Por mí, hacer lo que queráis, yo estoy en otro mundo y me da igual lo que hagáis con vuestra tierra, la mía está en el aire, no aquí”.
Los chacales se negaron en rotundo a cantar con las hienas, entendían que teniendo los mismos intereses no podían hacerlo sin desvelar su parecido: una cacha de ñu, jamás será negociable.
Los elefantes movieron la trompa como un péndulo durante unos segundos y acabaron haciendo un guiño de complicidad a los guepardos mugiendo: “A nosotros nos es igual; vale, si os parece bien pues vale”.
El resto de los animales de la selva se quedaron perplejos viendo la escena y sin saber qué decir.
Todos menos el búho —que por el hecho de ser un búho en la selva se entiende que no era un búho normal—.
El búho se afiló las cejas huidizas con la punta del ala y comenzó a hablar con voz de tuba:
“A ver, ¿para qué necesita letras el himno? Los himnos de las selvas del norte son todos marchas militares. Nosotros estamos hartos de eso, estamos en un punto en el que nos interesan más los pastos verdes y la berrea. Demostrémosles que somos de verdad diferentes, y lo suficientemente inteligentes como para no ponerle letra al himno”.
“Las palabras significan cosas concretas —continuó el búho—, la música sólo evoca y lo hace de forma diferente para cada uno. En la melodía se puede estar de acuerdo, en la letra es más difícil; así que, ¿por qué no sentirnos orgullosos de ser la única selva sin letra en el himno?”.
Además, para poder canturrear juntos ya tenemos el himno del colegio, el de nuestro pedazo de selva, el de la selva europea, el del equipo de fútbol, el “vayamos jubilosos”, el Asturias patria querida, el Viva España de Manolo Escobar y el Clavelitos.
Si queréis que los chacales canten con las hienas, los guepardos con los zopilotes y los elefantes con el macaco, tendréis que entonar otras coplas en las que la letra está consensuada desde hace décadas, y no en versos melifluos sin olor a vino.
Acababa de hablar el búho cuando un rugido ronco y prolongado advirtió de la inminente llegada de los ñus. Todos los animales se dispersaron hacia el sur, unos rugiendo, otros bramando, chillando, graznando… todos juntos. Los ñus venían en fila y cantando Los verdes prados del Kilimanjaro.

Luis Ferrer es jefe del Servicio de Psiquiatría del Complexo Hospitalario Juan Canalejo