La Voz de Galicia
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Un guardia para un coche en un control de alcoholemia

El gran peligro. El consumo de alcohol entre los conductores es una de las grandes preocupaciones respecto a la seguridad vial. Cada día hay decenas de automovilistas que salen a la carretera con copas de más porque creen que a ellos nadie les tiene que decir lo que han de hacer. Beben cuando quieren y lo que quieren. Ese razonamiento está más extendido de lo que pudiera parecer. Pero es que son muchos los que creen que tener el carné les da permiso para campar a sus anchas por las carreteras. Y si cada día son decenas los conductores ebrios, los fines de semana la cifra se multiplica. Cada madrugada de sábado y domingo, los agentes de la Guardia Civil de Tráfico y de las policías locales realizan una labor impagable e ingrata. Buscan en los controles de alcoholemia a los conductores de riesgo, a las bombas al volante. A aquellos que con exceso de alcohol o de drogas arrancan el coche sin importarles su vida ni la de los demás. Los guardias apartan de la circulación a los borrachos y así  salvan a los demás usuarios. Pero esos guardias no pueden localizar a todos los conductores que beben. ¿Quién no ha oído alguna vez al simpático que cuenta cómo esquivó los controles policiales en una noche de borrachera? Cuenta que se fue por una carretera secundaria, que luego se metió por un camino y que finalmente llegó a su casa sano y salvo. Ese conductor es el peor de todos. Carece de escrúpulos y es muy peligroso. Y si siempre logra esquivar los controles preventivos, algún día terminará en una cuneta. Espero que no se lleve a nadie por delante.

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