La Voz de Galicia
Curiosidades y anécdotas de viajes.
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Gore, Senegal. “Un niño o una mujer, un espejo; un hombre, un barril de ron”

A pocas millas de Dakar en barco, se encuentra la isla de Gore. Fue en su día el lugar del oeste africano de concentración de esclavos para su clasificación y engorde para enviarlos a América.

Es la tercera vez que, al visitar un sitio, noto una sensación extraña. No sé si es que soy muy sensible, pero noto algo, un poso de sufrimiento, de crueldad, no sé.

Me ha pasado también en Zanzíbar otra de las islas que servían de lugar de almacenamiento de esclavos antes de mandarlos para América y en Salvador de Bahía en donde me han enseñado el lugar a donde llegaban en Brasil los esclavos.

En un cuartucho de menos de 15 m2 y, prácticamente sin ventilación eran acinados los niños.

En Gore se recibían los esclavos capturados en el interior, era un lugar muy seguro pues casi ninguno sabía nadar, ni habían visto nunca el mar. Eran clasificados por sexo y separados. Los hombres a un lado, debían pesar más de sesenta kg para poder soportar la navegación en las condiciones tan lamentables en las que lo hacían.

Eran engordados y, los que no llegaban a este peso eran desviados para el servicio doméstico en la propia África. El valor de un niño y una mujer era el mismo que el de un espejo. Los hombres equivalían a un barril de ron.

"Puerta sin retorno"

La puerta que se ve en la foto era la “puerta sin retorno”, el que la atravesaba, jamás volvería a ver África. Por ahí los llevaban a unas barcazas y de ellas a los barcos de esclavos para cruzar el atlántico.

Monumento a la abolición de la esclavitud.

 Hoy en día, en un lugar destacado de esta islita, está el monumento a la supresión de la esclavitud, en el que ve a una pareja de esclavos liberados sobre el teléfono africano, un tambor.

Después de tanto sufrimiento, una alegría. En un campo de fútbol de tierra, con un Bao Bao en medio, se encuentra entrenando un forofo de la «Roja»