La Voz de Galicia
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Saben aquel que es un alacrán que se encuentra al borde de un precipicio y se encuentra con un faisán. Humillando el aguijón le dice: “¿Serías tan amable de montarme en tu espalda y cruzarme volando al otro lado?”.
El faisán le mira y responde: “No me fío de ti, eres capaz de clavarme el aguijón. ¿Pero cómo puedes pensar eso de mí? –—interpeló el bich—-, ya sé que los de mi especie tenemos mala fama, ¿pero cómo voy a clavarte el aguijón, no ves que nos mataríamos los dos?”.
Vigilante-AlakranaEl faisán desplegó su cola irisada y se lo quedó mirando mientras revisaba minuciosamente al alacrán: las pinzas de cangrejo de río famélico, la cola de eslabones articulados y ese aguijón, como una especie de coma gorda, dura y afilada en la punta. “Puede que tengas razón, no sería lógico que me picaras, después de todo, te estoy haciendo un favor, los dos vamos juntos y no todos los alacranes debéis ser tan malos como os pintan”.
Así que agachó la cabeza y dejó que el alacrán trepara sobre su espalda; una vez acomodado el ave arrancó el vuelo y comenzó a planear suavemente sobre la quebrada. Cuando apenas quedaban unos metros para tomar tierra, el alacrán irguió su cola y lanzó un tremendo latigazo hacia delante clavando su aguijón en el pescuezo del generoso faisán.
“¡Pero cómo te atreves!”, gritó el pájaro , a lo que el alacrán contestó: “Lo siento mucho, pero es que tengo un carácter muy impulsivo y no me puedo controlar”.
El final del cuento se presupone que acaba con la precipitación al vacío y un sonoro trompazo de ambos. Que es lo que suele pasar cuando se trata con faisanes y alacranes.
Es desalentador ver como nuestro país se tercermundiza por la torpeza de unos y la cortedad de miras de otros. Ver a nuestras instituciones dando bandazos a uno y otro lado, sin facilitar la más mínima conciencia de pertenencia a un mismo grupo, atomizado en cientos de intereses partidistas, corrupciones de opereta y minifundios mentales. Ver a todos los poderes, políticos, autonómicos y judiciales embarcados en una deriva hacia sus Itacas personales y tirándose los faisanes y alacranes a la cara ante la mirada atónita de la ciudadanía que cada vez se siente más desconcertada y abochornada por el espectáculo lamentable de quienes tienen por deber y mandato, hacer de este país algo que de lo que podamos sentirnos orgullosos.
No vale que cuando las cosas van bien se nos llene la boca con eso de la octava potencia. La valía y grandeza de un país se ve en tiempos de dificultad, en esos días en que se requiere una labor común y la unidad de todos, no este espectáculo de intereses particulares deprimente que salpica toda la vida pública y acaba descreyendo al personal. Hartos de faisanes, de alacranes, de Gürtels, de sinteles, de Cajas de Ahorros, de ciudades estado —con o sin facultad de Medicina—, de piratas del Índico, piratas autonómicos, piratas constitucionales —con o sin estatuto—, piratas europeos, sindicales…piratas sin remedio.
Menos mal que nos queda la selección nacional de fútbol como último reducto del orgullo nacional. Confiemos en que también esto no acabe como las historias del Maestro Mastropiero de Les Luthiers: “Perdimos, perdimos, perdimos otra vez”…Todos
Luis Ferrer es jefe del Servicio de Psiquiatría del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS)