La Voz de Galicia
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Excrementos. / Jose LoresEl tema de los desperdicios —tanto materiales como humanos— es algo que me viene entreteniendo hace tiempo, sobre todo desde las lecturas del recientemente galardonado premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, el octogenario polaco afincado en Inglaterra, Zygmund Bauman.
En alguna otra ocasión he comentado algunas ideas de este extraordinario pensador dentro de esta columna, todas ellas esclarecedoras, iluminadas y apasionantes. De entre ellas, su concepto de sociedad líquida es sin duda la más premonitoria y acertada.
En el extremo opuesto a Bauman se encuentra un maduro filósofo esloveno llamado Zizêc. Slavoj Zizêc es todo lo contrario a Bauman, es histriónico, desmesurado, ocurrente, gesticulero y provocador. Admirado por cierta intelectualidad y denostado por otra, Zizêc no deja indiferente a nadie que se acerque a sus ideas.
En una reciente conferencia —que se puede ver en Youtube—, Zizêc disertó sobre la relación entre la mierda y la ideología, distinguiendo la cultura francesa, anglosajona y germánica, según las diferentes formas que cada una de ellas tiene de tratar sus excrementos. El tema puede parecer excesivamente escatológico, pero es inteligente y da mucho que pensar.
Dice Zizêc que si se conoce algo de la historia del pensamiento europeo sabrán que en la época de Hegel estaba de moda afirmar que había una “trinidad europea”. Esto es, Europa, como entidad espiritual, se estructura alrededor de tres polos, cada uno de los cuales representa a una nación determinada, una actitud concreta hacia la vida y un determinado nivel de vida social. Los alemanes son políticamente conservadores y el nivel de vida es poesía, pensamiento, contemplación. Los franceses: política en el nivel de la vida y políticamente revolucionarios de izquierda. Los ingleses: economía como estilo de vida y liberales moderados en política.
Paralelamente a esto señala que quien haya tenido la suerte o la desgracia de viajar por Europa, habrá observado de qué diferente manera están estructurados los wc en Europa. Tenemos los wc franceses, en los que el agujero para el excremento está atrás. La idea es que éste caiga directamente dentro y desaparezca tan pronto como sea posible. Luego tenemos los wc ingleses o anglosajones, donde el excremento flota en el agua. Y luego tenemos los wc alemanes, que son los más obscenos, en ellos el agujero está en la parte de adelante y sólo hay un poco de agua en él. En su mayor parte la taza es como una meseta. La idea es que el excremento caiga ahí para que no se pierda esa vieja y desagradable tradición germánica de inspeccionar cada mañana la taza, oler el excremento y buscar en él algún rastro de una posible enfermedad. Según él, el francés en política —como tratando sus excrementos— es radical: cae y desaparece, como la guillotina. Los anglosajones son pragmáticos: “Dejémoslo flotar ahí un ratito a ver como se comporta y luego, resolveremos el problema”. Los alemanes son más conservadores, poéticos y contemplativos: lo contemplan, lo miran, lo analizan, le dan vueltas y vueltas antes de deshacerse de ellos.
De modo que aunque algunos preconizan el fin de las ideologías, al bueno del esloveno la mierda le sirve para sentarse encima de ellas. Tiene su aquel, aunque Zizêc nos deja huérfanos de un retrato del español en el retrete, cosa comprensible si tenemos en cuenta que nuestra relación oficial con este espacio —sin wc, claro, porque hasta entonces funcionó el humilde orinal y el violento “agua va” consistente en tirar su contenido por la ventana— viene de 1760; cuando el primer inodoro con agua corriente, lo inventa Sir John Harrington en 1596, para su prima la reina Elizabeth I de Inglaterra. Y Luis XIV, el rey Sol, que gobernó Francia entre 1643 y 1715, tenía en palacio dos “limpiadores oficiales”. En 1775 Alexander Cummings inventó la válvula para el inodoro y el primer inodoro con agua corriente casi perfecto aparece en l850. El papel higiénico aparece en 1857, el rollo aparece en l928 y el papel blando en l932 que no fue muy bien aceptado y solo en l957 el papel llegó de color.
Quizás por nuestro retraso en la extensión del inodoro cerrado con agua —Water Close—nuestra ideología siga siendo más parecida al orinal, es decir: esconderlo debajo de la cama y cuando se pueda lanzárselo al otro.
Cosas de Zizêc
Luis Ferrer i Balsebre es jefe del Servicio de Psiquiatría del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago