La Voz de Galicia
Políticamente, solo se puede ganar o morir
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José María Aznar es un personaje muy controvertido. Por su gestión en el pasado. Por sus declaraciones en el presente. Por su carácter siempre. Y es que el ex presidente es de los que no dejan indiferente a nadie: para muchos un héroe, para otros un demonio, tuvo el gran acierto de cumplir su palabra y retirarse a tiempo tras dos mandatos como jefe de Gobierno. Pero aún sabiendo renunciar al poder, contrajo el mal que ha afectado a lo largo de la historia a muchos líderes (democráticos, como en su caso, y no democráticos, como Franco y todos los dictadores del mundo): nombrar sucesión y querer dejar todo atado y bien atado. Designó a Rajoy, pero las cosas no salieron como él esperaba. Y quedó frustrado.

Desde el 2004 su trayectoria pública está plagada de incidentes, episodios polémicos, declaraciones altisonantes y polémicas. El último ha sido el de ayer en Oviedo. Tenía derecho a estar enfadado por los insultos y abucheos del público de su conferencia, pero quedó en fuera de juego cuando respondió con un gesto despectivo y zafio, indigno de un ex presidente, pero coherente dentro de su evolución.

Lo escribí una vez, Aznar se ha convertido en un personaje mediático similar a Berlusconi. Pasó de la historia a la historieta. La audiencia espera de él que la arme. Y bien gorda. Deberían darle un programa de televisión para que pueda quedarse a gusto y lanzar sus discursos mesiánicos.

Para entender bien al personaje, podemos recurrir a este pasaje del segundo libro de la serie Canción de Hielo y Fuego, Choque de reyes, de George R.R. Martin:

«Stannis es hierro puro, negro, fuerte y duro, pero también quebradizo, como el propio hierro. No se dobla nunca, antes se rompe»

Cambiad Stannis por Aznar. El retrato concuerda. Eso sí, en mi opinión, el ex presidente, por no saber ser flexible, hace tiempo que está roto.