La Voz de Galicia
Curiosidades y anécdotas de viajes.
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INCREÍBLE JAPÓN, parte 1.
Por Fran Raposo
Delegado comercial de
Europamundo Vacaciones

Seguramente hago mal o muy mal, no lo sé. Cuando voy de viaje a algún país no soy de los que se lo sabe todo antes de llegar. No me paso horas en el ordenador estudiando todo lo que después voy a ver. Si me se lo básico del viaje, dónde voy a dormir, que ciudades voy a visitar, los días del viaje, pero poco más.
Me gusta que el país me sorprenda, que los guías me descubran las peculiaridades de cada sitio. La forma de actuar de sus ciudadanos, el estilo de vida de sus gentes, sus contrastes, etc…
Por eso, la primera vez que llegué a Japón, fui de sorpresa en sorpresa. Todos los días de este mi primer viaje me quedaba constantemente con la boca abierta. Y esto me encantó.
Por todo esto os voy a contar una serie de cosas, detalles, curiosidades y todo lo que a un latino como yo le pueden sorprender en Japón. Será en las cinco próximas «entradas».
El Tráfico.
Yo esperaba que, en una ciudad como Tokio, con veinte millones de habitantes en su ayuntamiento y dieciséis más en su área metropolitana, el tráfico tendría que ser un auténtico caos, siempre lo paso al pensamiento latino en el que vamos a comprar el pan en coche.
Pues bien, Tokio es una ciudad con menos tráfico que A Coruña, aunque parezca mentira. Me explico. En Japón, para que te puedas comprar un coche, primero tienes que demostrar que tienes una plaza de garaje para guardarlo. Segundo, en casi todo el país no está permitido el aparcamiento en superficie. Es decir no hay coches en todas las calles aparcados. Si vas en tu coche a cualquier asunto, tendrás que dejarlo en un aparcamiento. Esto supone un auténtico dineral. Por eso el transporte colectivo, el metro, mueve más de veinte millones de pasajeros al día. Es frecuente que, los tokiotas, no tengan coche. Si se van de vacaciones a otra área del país, van en tren y al llegar lo alquilan en el destino.
Por todo esto Tokio es una ciudad con muy poco tráfico, solo circulan autobuses urbanos, taxis y coches de tipo comercial. Hasta me pareció barato el taxi en una ocasión que tomamos uno para un desplazamiento, comparado con Madrid o París, por ejemplo.Fumar.
Los que me conocéis sabéis que yo fumo. Pues esto, en Japón, resulta complicado. Está prohibido fumar en la vía pública. Según explicaciones de mi guía, entienden que este espacio tiene que ser compartido por todos, sí o sí. Entonces son de la idea de que no se fuma para no molestar a los demás. En cambio, en muchos restaurantes se puede fumar, lo avisan en la entrada. Consideran que, el que entres o no a un restaurante, es decisión tuya y si en uno se deja fumar, habrá otros en los que no dejen.
Recién llegado a Tokio y después de muchas horas entre avión, aeropuertos y la hora y media entre Narita y la ciudad, estaba deseoso de un cigarrito. Bueno, pues no pude fumar hasta que, dejamos las maletas en el hotel y nos fuimos en metro a hacer la primera visita, la del Barrio de Akihabara, la llamada “ciudad eléctrica y del manga”. Solicité un mapa en una tienda y enseguida localicé dos “smoking área”. Fui a la caza y la primera me costó encontrarla, incluso con el mapa. Estaba en un segundo sótano de una tienda y era de estas que hasta a los fumadores nos resulta repugnante. Llena de humo y con muy mala ventilación. Tiempo después encontré la segunda, esta sí al nivel de calle, en una especie de estanco, mucho mejor ventilado, en el que la pobre señora que lo atendía, a pesar de estar tras una mampara de cristal, debía de respirar un ambiente no muy sano. En otros barrios de la ciudad sí encontré lugares para fumadores al aire libre pero eso sí, perfectamente delimitados. Los días posteriores de viaje, ya fuera de Tokio, auxiliado por el cenicero portátil que me llevé, me escondía de la vista de la gente y me fumaba mis cigarritos furtivamente.
Las mascotas.
En Japón es muy raro ver a gente con perros por la calle. Aunque en determinados lugares sí verás algunos, no es nada frecuente. Le pregunté a nuestro guía. Con el porcentaje de mascotas de nuestro país, en Tokio debería haber ocho o diez millones de perros y es difícil ver alguno.
Su explicación fue la siguiente. Por respeto a los demás vecinos de una vivienda, no se puede tener una mascota, aunque sea una tortuga, en un edificio de apartamentos. Solo puedes tenerla si vives en una casa unifamiliar. Consideran que, en algún momento ya sea en el portal, en las escaleras o en el ascensor has de coincidir con el animalito y por respeto a los demás no lo admiten.

La flora.
En este sentido Japón es un paraíso para los amantes de la naturaleza. Todos habremos oído hablar de “la floración de los cerezos”, hanami es la palabra japonesa asociada a este período. Este hecho es tan importante en el país que hasta la oficina estatal de meteorología emite un pronóstico de cuando florecerán (sakurazensen). Es habitual que los japoneses vayan con la familia o la empresa a hacer un Pic – Nic bajo un cerezo.
No menos espectacular es el otoño japonés. Es la época del cambio de color de las hojas de los árboles (koyo). Los arces (momiji) tiñen sus hojas desde el rojo al amarillo. Podrás apreciar la gran variedad de colores que va desde el amarillo del ginkgo hasta tonos violeta del wisteria.  Además el 70 % de la superficie de Japón son bosques.
Lo más curioso es que, según me han comentado nuestros guías, los bosques japoneses crecen libremente sin ningún tipo de acción sobre ellos no hay, como aquí, cortafuegos ni se hace ningún tipo de podas ni talas. Es tan frondoso que resulta muy peligroso internarte en ellos si no eres muy conocedor del terreno porque además no podrás usar ni gps ni nada que te oriente al no haber cobertura. En Japón el suicidio no está mal visto como en otras culturas. Hay muchos japoneses que se adentran en los bosques para suicidarse. Por el camino algunos se arrepienten, pero no son capaces de encontrar el camino de salida y mueren de inanición.

Continuará…

Por Fran Kitsune
Delegado comercial de
Europamundo Vacaciones

© Fotografías propiedad de Fran Raposo. Prohibida su reproducción.