La Voz de Galicia
Curiosidades y anécdotas de viajes.
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“Reclame en el destino”

Muy de vez en cuando, sobre todo si viajas bien aconsejado, te puede ocurrir un percance de cualquier tipo. Mi recomendación en estos casos es en principio es reclamar en el sitio. Tienes siempre  allí al responsable de una deficiencia puntual.

Os voy a contar una “incidencia” que me paso en un viaje, eso sí ya os digo antes de nada que yo soy de los que me dejo llevar, que aventuras las que contrato.

Como decía estábamos acabando un viaje  y, después de mucho visitar, nos faltaba el relax en una playa idílica.

Llegamos a uno de esos hoteles como los de Robinsón Crusoe el no va más. Puf, es mejor que el de Vietnam, una auténtica pasada en cabañas de madera.

Pero resulta que están construyendo tres cabañas nuevas en un extremo del hotel, es lejos, pero para hacer una cabaña de madera hay que martillar, serrar, etc…

Llegan las doce de la noche y, ¡cómo son los asiáticos!, nadie parece querer descansar. Hablo con uno de ellos por señas y muy respetuosos detienen el trabajo, hasta las siete de la mañana del día siguiente.

¡Trágame tierra!, la mejor habitación que he tenido en mi vida y con este ruido no la voy a disfrutar.

Le digo a mi mayordomo con mi «inglés en cincuenta palabras»que me mande al director del hotel, que quiero hablar con él.

Al poco tiempo llega un holandés y, en italiano chapurreado, le digo que tiene el hotel de mis sueños, pero que lo que necesito es descansar y así no podré hacerlo. Le digo claramente que si no tiene otra solución que me lleve en lancha a Phuket que yo me busco la vida, pero que no me paso tres días así.

Nos dijo si podíamos esperar hasta las doce del mediodía, pues era una reserva de España y allí eran las cuatro de la mañana y no podían llamar a esa hora al delegado de la cadena que podría autorizar alternativas.

A las doce en punto teníamos la lancha rápida

que en poco más de una hora nos llevó a otro hotel de la cadena. Con este resultado.


Tres días a la bartola, poniéndome únicamente el albornoz cuando venía el servicio a traer la comida.

Os cuento esto porque se puede viajar de muchas maneras, pero a mí me gusta tenerlo todo controlado.

No niego que, a veces, puede que no se resuelva nada, pero ya sabéis cuanto menos hay que intentarlo. También digo que cuanto más caro es el coche más grandes y mejores son las ruedas y a buen entendedor, pocas palabras.