Las hemerotecas digitales sonrojan a cualquiera. Y más los vídeos de Youtube. Puede verse aquí como en su discurso de investidura Rajoy defendió el sistema electoral que ahora pretende reformar de forma unilateral para que el PP conserve o aumente su cuota de poder en las municipales del 2015. Los populares recelan de un escenario político similar al que imperó muchos años en Galicia: por lo general al PP solo le valía la mayoría absoluta frente a la alianza más o menos permanente y estable de PSOE y BNG. Tras el terremoto de las europeas, temen encontrarse en una situación similar en casi toda España. Y a Podemos.
Los sondeos acreditan que los de Pablo Iglesias pueden pescar votos en el caladero de los antiguos votantes populares desafectos. Y se están armando plataformas ciudadanas capaces de atraer electores y, tal vez, de quitar y poner regidores con el sistema proporcional actual.
Una vez más, Twitter es la arena en la que se libra una intensa guerra de propaganda a favor y en contra de primar a la fuerza más votada. Eslóganes y etiquetas (#pucherazoelectoral) esconden el efecto real (¿y perverso?) de la reforma: conseguir más bastones de mando con menos votos. El votante importa poco. O nada. Toca recordar la famosa frase de Clinton sobre la economía. Y enmendarla para entender la reforma que se quiere imponer: «Es el poder, estúpido».