La Voz de Galicia
Políticamente, solo se puede ganar o morir
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Cuando se cumple un año de la aparición «mariana» de los papeles de Bárcenas, el PP es noticia por la retirada de dos pesos pesados, de dos hombres reconocibles por la opinión pública, de dos nombres que sintonizan bien con la fracción más conservadora de su electorado, aquella a la que nuevas formaciones hacen cantos de sirena de cara a las Elecciones Europeas del 25 de mayo: ni Alejo Vidal-Quadras ni Jaime Mayor Oreja estarán en la lista popular.

El primero, vicepresidente del Parlamento Europeo desde el 2004, se ha marchado del partido dando un portazo. Se va a la competencia, a Vox, ese nuevo partido que lidera simbólicamente  Ortega Lara y que pretende aprovecharse de que las elecciones europeas son circunscripción única para captar mucho voto desencantado por la derecha. Quizá siga en la Eurocamara, pero con el paraguas de otras siglas. Y tal vez sea el primero que transita por la senda de la defección. Pero parece difícil que sea el último.

El segundo encarna de una forma de hacer política en España. Eterno adalid de la línea dura con ETA y con el problema vasco, Jaime Mayor Oreja fue intocable en otros tiempos, pero no estará en la lista de las europeas, aunque sí sigue en el partido. Al menos por ahora. Al menos eso ha anunciado hoy el PP, que explica su ausencia de la candidatura con un supuesto pacto con Rajoy. Tal vez su nombre podría ayudar a contener esa supuesta hemorragia de votos ultra en favor de Vox que aún no detectan las encuestas y que, según muchos analistas, está detrás del controvertido proyecto de reforma del aborto con el que de forma entusiasta carga a cuestas Alberto Ruiz Gallardón. Tal vez no. Y solo se trata de pasar página o de evitar una derrota.

Se desconoce quiénes encabezarán la lista del PP. Suenan nombres como los de Miguel Arias Cañete o Ana Mato. Parece que, dicen las encuestas recientes, toca sacrificar/premiar/desterrar un ministro. Sea como sea la lista, será menos reconocible. Para bien o para mal, faltarán en ella dos dinosaurios de la política. Y si hay algún votante del PP que haya hibernado en este crudo invierno, cuando despierte se dará cuenta de que, al revés que en el famoso microcuento de Monterroso, ya no están ahí.