José María Aznar ama(r)ga con volver a la primera línea de la política. Él, que no ha dejado de ejercer de «jarrón chino» quejoso y soberbio desde su posición de expresidente del Gobierno y referente del PP, ha cogido su ametralladora y ha disparado contra casi todos: la oposición, los ciudadanos, algunos medios y sus compañeros. La primera ráfaga fue para Rajoy, al que ha dado una bofetada virtual que aún debe dolerle al «lánguido» pontevedrés.
Aznar debe andar preocupado por numerosos problemas que lastran su figura – los gastos suntuosos de la boda de su hija en el Escorial, los sobresueldos de Bárcenas– y por las tribulaciones políticas de su mujer, la alcaldesa de Madrid Ana Botella, superada por el cargo y amenazada por la emergente lideresa Cristina Cifuentes. Y ha tocado a rebato en el PP.
Aznar de repente se ha convertido en el líder de la oposición extraparlamentaria a un presidente de su partido que gobierna con mayoría absolutísima en un momento muy delicado para el país. Ha desatado una gran tormenta.
Con la revelación de Aznar hemos llenado un vacío. Él que deja el hasta ahora hombre polémico del país, Mourinho.
El expresidente va a lo suyo, como Mourinho. Genera filias y fobias, como Mourinho. Se cree el mejor, como Mourinho. Y rezuma soberbia, como Mourinho. Si el portugués nunca ha sabido perder, el político castellano no supo marcharse.
Aznar es un líder, eso no admite dudas, y se cree un salvador de la patria. Le gustaría ser como aquél romano llamado Cincinatto que, según la leyenda, fue llamado por el pueblo para ser dictador ante una situación extraordinaria.
Ahora que él se postula, conviene recordar algunos de sus defectos. Decía hace unos años un director de un periódico nada sospechoso de ser hostil al PP que Aznar, aún cuando tenía razón, la perdía por sus formas antipáticas. También hubo quién dijo que el expresidente del Gobierno era como un hombre de hierro, fuerte pero poco flexible, que se rompería antes de doblarse. Ahí están las condiciones de su oferta: ni pactos ni consensos, ¿es lo que necesita este país?
Y en esto, llegó el comandante Aznar y mandó acallar
El ex, Sr. Aznar, con su última aparición televisiva, echó a el Presidente Rajoy como carnaza a los leones y tigresas de su partido. Pobre Sr. Rajoy con amigos en el PP así, no necesita enemigos.
Aznar en esto, es toda una joya. El problema es que, este irritante, mesiánico y auto convencido salvador de patrias, nos mete a todos en su lodazal, engatusándonos con su acento marcadamente tejano, su envidiable perfectísimo inglés con ribetes de peras y manzanas. Por no hablar de su cultivado cuerpo de adonis pegado a un mostacho.
Para muchos, este que fue convidado de piedra del trío de las Azores y su juego. “a la caza de armas de destrucción masiva” trajo como consecuencia esta crisis económica que sufre Europa y que paga con especial dureza España.
Seis millones de desempleados, la destrucción de miles y miles de pequeños negocios, la desaparición de las clases medias y la destrucción a pasos agigantados del estado del bienestar, que precisamente el con sus políticas no ayudó a crear. Son los lodos de aquellos polvos del Aznarismo.
Que Dios nos coja confesados, si cumple su amenaza de formalizar la vuelta a una política que nunca abandonó
Claro que, sin un clavo saca otro clavo, igual, para regocijo de los Ratos y los Rodríguez y el sentimiento de alta traición de los Rajoy, Montoros y Cospedales, es hasta beneficioso que dé ese paso al frente si entre sus objetivos con su vuelta está rematar de una vez y a puntillazo torero lo que inició en las recias tierras de Castilla.
Penoso el papel de salvapatrias, que se valla a tomar unas tilas con su amigo el vaquero y deje de tocar los melendrines al personal.