La Voz de Galicia
Políticamente, solo se puede ganar o morir
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Gerardo Conde Roa no quiere dimitir. Pero tiene que hacerlo. Ya. Sin más dilación. No puede ser alcalde de Santiago (de la capital de Galicia) una persona que ha defraudado a Hacienda. Así de sencillo. Así de claro.
Un servidor público no puede tener pufos con el fisco. Ni ser sospechoso de tenerlos. Y menos aún cuando todo el aplastante peso de la crisis recae sobre los contribuyentes.
El IVA que supuestamente escamoteó el regidor del PP (casi 300.000 euros) equivale a la inversión del Estado para el puerto exterior de Ferrol en los flamantes Presupuestos.
Hay un expediente de Hacienda. Hay una querella de la Fiscalía. Hay un proceso judicial en marcha (Conde Roa está imputado y reconoce la deuda)… Y múltiples sombras sobre su trayectoria.
Es un escándalo político en toda regla. Con mayúsculas. Quizá el mayor desde el Prestige.
En otros países con más tradición democrática ya hubiera renunciado a sus cargos. Pero si no se quiere ir, su partido debe actuar y forzar su renuncia. En otras ocasiones a Alberto Núñez Feijoo no le tembló la mano. Si obra en consecuencia y precipita la renuncia del regidor compostelano, tendrá que aguantar muchas invectivas de la oposición y sufrir el consiguiente desgaste ante la opinión pública cuando habrá unas autonómicas en menos de un año, pero no perdería la alcaldía y soltaría lastre al desprenderse de una figura casi siempre envuelta en polémicas (alguna delirante) y follones, capaz de llamar la atención mucho más allá de Pedrafita y en el ciberespacio. Y que ha sido denunciado por delito fiscal. ¿A alguien le parece poca cosa?