El 1-M puede pasarle factura a Zapatero. Y de las gordas. Se ha quedado sin dos fieles aliados en el Congreso: el PNV y el BNG. Ya no podrá contar con los ocho diputados que suman ambas fuerzas y que son imprescindibles para sacar adelante las votaciones.
El PSOE tiene 169 escaños. Está a seis de la mayoría absoluta. Y no tiene otros socios posibles que le garanticen una legislatura estable aparte de CiU, pero el precio del partido nacionalista catalán es alto, muy alto. Quizá no pueda pagarlo. No sin traicionar al PSC, uno de los dos grandes viveros de votos que tienen los socialistas en todo el Estado.
Por lo tanto, ¿qué legislatura nos espera? Pues una bastante animada, en la que el Gobierno se va a ver impelido a dialogar y a pactar hasta con el diablo (leáse el PP, sin mala intención, claro) si quiere que prosperen sus políticas e iniciativas. Tendrá que regatear, mendigar, dar abrazos, recibir puñaladas… Y sufrirá alguna que otra derrota. Veremos si estas tienen consecuencias o si la legislatura vuelve a dar un vuelco tras alguna conversación entre Zapatero y Durán.