Podían ponerse de acuerdo y fusionar sus candidaturas. Aún así, no tendrían seguro entrar en el Parlamento. Son los efectos del candado del 5%, la barrera legal que impuso Manuel Fraga en 1995 para cerrarle las puertas a la coalición entre Unidade Galega e Izquierda Unida que lideraba entonces el histórico Camilo Nogueira.
Desde entonces el mapa político gallego es tripartidista. Más allá de PP, PSOE y BNG solo existe marginalidad (parlamentaria, que nadie me entienda mal). El resto de formaciones orbitan en la periferia, pero se presentan a las elecciones. Sus avales son escasos: todos juntos y el voto en blanco apenas arañaron en el 2005 el 1,7% de los sufragios emitidos. 27.525 votos son pocos, muy pocos para plantearse llegar a O Hórreo.
Esquerda Unida. El tercer partido político estatal nunca ha acabado de cuajar en Galicia. Aunque tiene sólida implantación en ciertas áreas urbanas, su espacio natural -la izquierda- ha sido fagocitado por el BNG y -en menor medida- por el PSOE. Desde 1985, ni en los mejores tiempos, con Julio Anguita, consiguió un diputado. En las elecciones generales siempre recibe más apoyos. En el 2008 fue la cuarta fuerza más votada. Obtuvo 25.308 sufragios, el 1,37% de los votos válidos emitidos.
Terra Galega. Xoán Gato encabeza el enésimo proyecto de resucitar un partido galeguista de centro derecha con presencia parlamentaria. Su formación tiene cierta presencia a nivel local en determinadas áreas y ostenta un puñado de alcaldías. Pero las autonómicas son harina de otro costal. El ex alcalde de Narón Quiere tres diputados, mas las encuestas lo colocan muy lejos de O Hórreo. Sufrió una escisión antes del proceso electoral que dio lugar a la candidatura de +Galicia, igualmente destinada a la condición de extraparlamentaria.
Unión Progreso y Democracia. La última fuerza política que ha logrado irrumpir con fuerza en el mapa político estatal cosechó en las generales del 2008 10.008 votos en Galicia (0,55%). Ahora, con sus propuestas centralistas y contrarias al uso del gallego el partido de Rosa Díez puede capitalizar cierto descontento. Eso sí, todas las encuestas pronostican que no llegará mucho más lejos.
El resto de formaciones que se presentan aún son más minoritarios. Algunos son veteranos, otros recién llegados. Sus posibilidades electorales residen, casi siempre, en captar voto de ciudadanos enfadados con el sistema y los partidos que lo gobiernan.
Todos reclaman que se derogue la barrera del 5% de votos por circunscripción. Podría hacerse de forma sencilla. Pero aún así aún necesitarían mejorar mucho para superar el que se alzaría en su lugar: el del 3% les sigue quedando muy lejos.
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