Escribí en marzo un post titulado Un funeral laico por Llamazares ¿E Izquierda Unida?. En él daba cuenta de las razones que han llevado a la tercera fuerza política española a correr serio peligro de disolución.
Hoy, siete meses después del batacazo electoral, la coalición continúa en caída libre. La Asamblea que debía servir para cambiar el rumbo no ha servido para nada, solo para conquistar el desierto, como bien dice Carlos Reigosa. La coalición sale de ella más dividida que nunca, sin líder y, quizá, sin futuro.
El fracaso definitivo de IU puede ser inminente. Y tal vez no sea una mala noticia. De sus cenizas puede surgir un nuevo partido que sea solvente y competitivo. En el mapa político español hay espacio. Y votantes de izquierdas que se merecen algo mejor.