La Voz de Galicia
Políticamente, solo se puede ganar o morir
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El cacareado viaje al centro del PP ha sido alabado por unos y denostado por otros. Uno de estos últimos fue el eurodiputado Jaime Mayor Oreja, hombre de discurso único, que calificó la renovación propuesta por Rajoy, como el intento de convertir al PP en un partido light, débil en lo ideológico, capaz de pactar con cualquiera para acceder al poder.

¿Eso es lo que pretende Rajoy? Pues sí. Es cierto. Y evidente. Pero, ¿es malo? ¿Alguien puede sorprenderse?

Los partidos políticos buscan el poder. Es su naturaleza. A lo largo de la historia han evolucionado para intentar conseguir su objetivo de forma eficaz e implacable.

Los partidos funcionan sobre una ecuación maestra. Sobre todo los mayoritarios. A partir de una posición de partida, intentan ganar todos los votantes posibles  sin perder los que ya tienen. Son atrapalotodo. Tanto el PP como el PSOE. El que abarque un espectro mayor sin perder coherencia, gana.

Y Rajoy quiere ganar. Sabe que no puede hacerlo solo con los votos de la derecha y el centro derecha. Tiene que acercarse a los partidos nacionalistas. Y al PSOE. Para «robarles» votantes. Para que muchos ciudadanos  puedan ser seducidos por su partido. Para que no la vean como una organización excluyente.

Seamos serios. El centro no existe. No existe como un absoluto, sino como un horizonte, una posición relativa que marca la ubicación de muchos electores que no tienen su voto comprometido, que huyen de los maximalismos, a quienes espantan las formas radicales y feroces. Y deciden muchas elecciones.

Por todo esto Rajoy quiere hacer lo que ya tuvo que hacer cuatro años: aceptar las derrotas, hacer limpieza y renovación, fijarse menos en Madrid y en el País Vasco y moderar la forma -que no el fondo- de los discursos.  La receta funciona si el cocinero es el adecuado. De eso, de las cualidades de Mariano, hablaremos en otro post.