La derrota del PP empieza a cobrarse las primeras víctimas. Acebes se va. Y quizá Mariano Rajoy siga sus pasos en breve. En unas horas conoceremos la suerte que correrá el pontevedrés. Puede convencer a los poderes fácticos del PP y buscar una tercera oportunidad, pero si renuncia, tiene dos opciones:
- Irse como Almunia en el 2000 tras ser derrotado por Aznar. De forma inmediata e irrevocable. Es una solución drástica, que genera inestabilidad, pero que a medio plazo propicia una renovación completa y profunda.
- Dirigir una transición como Fraga, pausada y poco traumática, menos renovadora.
Ambas opciones son válidas, pero están condicionadas por un hecho irrefutable: Rajoy no tiene delfín. Y los dirigentes populares que más ansían su puesto no son diputados. Su condición extraparlamentaria les impedirá hacer oposición al Gobierno en el Congreso. Eso añade dificultad y años a una tarea ya de por sí hercúlea: devolver al PP a la Moncloa.
Quizá haya que dar por bueno el pronóstico/profecía que hizo el profesor Barreiro Rivas en un encuentro digital en La Voz: «As eleccións de 2016 serán gañadas por un PP renovado, amable e moderno».
Si este país fuese una democracia avanzada como las del norte de Europa (que no lo es), Mariano Rajoy, perdedor, ya habría puesto su cargo a disposición del partido, que podría pedir que se quedase o no. Gaspar Llamazares, víctima del sistema electoral, ha dado un brillante y honrado ejemplo. Pero desde luego las elecciones han dejado claras dos cosas: que el PP tiene un suelo sólido y que con Mariano Rajoy se ha rozado techo excepto debacle socialista. A Fraga le pasó exactamente igual. Pero él, perro viejo de la política, lo comprendió, cedió el mando y se vino a Galicia.
Plenamente de acuerdo con el analisis de Cristobal, lo que hizo Fraga es lo mismo que tiene pensado hacer Blanquito cuando palmen, se vendra para Galicia como VARON para querer presidir la Xunta.
¡¡LISTAS ABIERTAS!!