La Voz de Galicia
Sobre lo ambientalmente correcto, lo sostenible e insostenible y otras inquietudes acerca del estado del planeta Tierra
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Poco antes de venir yo a California se acababa de presentar en España un nuevo libro de Jeremy RIFKIN que lleva por título La sociedad de coste marginal cero. El internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo, publicado en España por la editorial Paidós. Confieso, antes de nada, que casi todos los ensayos que he leído de este polifacético intelectual norteamericano de Colorado (uno de los Estados en los que las “elecciones intermedias” –midterm election– del pasado martes, los republicanos arrebataron un significativo escaño del Senado a los demócratas) me han gustado bastante, comenzando por El fin del trabajo (1995), El siglo de la biotecnología (1998), La economía del hidrógeno (2002), La Tercera Revolución Industrial (2011), …

Al ojear este libro en su versión inglesa -‘‘The Zero Marginal Cost Society’- en una librería de San Francisco me atrapó el título de su Parte Tercera: “The rise of the collaborative commons” (el auge del procomún colaborativo). Justo uno de mi temas de investigación en Berkeley es el relativo al ¨gobierno de los comunes¨ en relación con la gestión de las pesquerías artesanales. Pero el ensayo del Presidente de la Foundation on Economic Trends (un “think tank” de estudios económicos sito en Washington) es una cosmovisión con pretensiones casi proféticas de lo que va ser el futuro de la economia.

La clave del libro es, más o menos, que el capitalismo, tal como lo conocemos, tiene sus días contados y que ya hay claros indiciones en el momento presente de que la sociedad está evolucionando hacia -el que RIFKIN llama- ¨procomún colaborativo¨. No pretendo comentar aquí, ni mucho menos, de todas las sugerentes ideas que se desprenden del referido ¨palabro¨. Un nuevo paradigma socioeconómico, que sin ser una crítica al propio capitalismo -como la que efectúa el ya famoso economista francés Thomas PIKKETY– es como decir que este modelo va a morir de su propio éxito, gracias a los imparables avances tecnológicos y a la incesante búsqueda de productividad, lo cual lleva finalmente a la casi gratuidad de los bienes y servicios (de aqui el título ¨coste marginal cero”).

Impresora 3D en la Universidad de Stanford

Nada de las novedades promovidas en la era de internet –que da lugar, según el mismo autor, en otro de sus ensayos, a la Tercera Revolución Industrial– queda fuera de su análisis. Desde el “internet de las cosas” hasta las revolucionarias impresoras en 3D –que he podido ver por primera vez en la Universidad de Stanford-, los “big data”, las “smart cities”, las energías renovables descentralizadas, la formación de coste marginal cero (“collaborative classrooms” y  “Massive Open Online Courses”) -disponibles gratuitamente a todo el mundo-, el “micromecenazgo” o “microfinanciación”, las monedas del “procomún (como los famosos “bitcoins”), el empresariado social sin ánimo de lucro,… Nada de lo nuevo escapa a esta macrovisión futurista hacia mediados del presente siglo en el que los consumidores pasarán a ser ¨prosumidores¨ (serán consumidores y productores al mismo tiempo) y se intercambiarán sus bienes y servicios a través de las redes sociales.

Y, también la sostenibilidad ambiental encuentra espacio en este ensayo? En efecto, también y quizá, es, a mi juicio, una de sus mejores aportaciones. Resulta que el cambio de paradigma que anuncia RIFKIN, pasa por una reducción al máximo de la “entropía” del capitalismo con su insostenible “huella ecológica”, su despilfarro inequitativo de recursos naturales y la amenazante inducción del cambio climático. Se trata, en palabras del pensador estadounidense, de ¨cambiar el materialismo por una vida sostenible –que- abre la posibilidad de reducir de una manera drástica la huella ecológica de las personas más ricas del planeta para que la abundancia de la Tierra esté más al alcance de los pobres del mundo¨. Me ha gustado mucho la cita de Mahatma GANDHI  a estos efectos: “La Tierra da lo suficiente para satisfacer la necesidad de todo hombre, pero no para satisfacer su codicia”.

En la aspiración del “procomún colaborativo¨ que augura RIFKIN –y que, según él, supondrá el ocaso, si no la desaparición del capitalismo-, van de la mano los ecologistas que se oponen a la privatización de los avances biotecnológicos junto con los que defiende en ¨software libre¨. En el futuro que describe nuestro repetido autor, por ejemplo, se atreve a afirmar que el ¨80% de la energía que generemos será renovable antes de 2040¨.

Para algunos un charlatan, para otros un asesor de Jefes de Estado, quizá no estemos para contar si se confirma impresionante prospección intelectual. Lo que sí quiero poner de manifiesto de mi lectura de la obra ahora comentada es que comparto con el autor su proverbial optimismo, su confianza en el ser humano, en que, tarde o temprano, seremos capaces de emprender –no faltan indicios ya- una “edad colaborativa”, mucho menos materialista, más feliz y con más ¨sensibilidad empática¨, o, como resume RIFKIN, en un ¨procomún colaborativo¨ en el marco de una “abundancia sostenible”. Al menos todavía es gratis soñar.