La Voz de Galicia
Sobre lo ambientalmente correcto, lo sostenible e insostenible y otras inquietudes acerca del estado del planeta Tierra
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No es la primera vez que hablo de este tema. Resulta que paseando por la animada Telegraph Avenue de Berkeley descubro en el escaparate de una inmensa tienda de venta música y películas un documental de 2013 que lleva por título ¨Pandora´s Promise. At the bottom of the box she found hope¨ y que ha sido dirigido por Robert STONE. Este Director, conocido por su famoso documental “Earth Days” –sobre el movimiento ecologista norteamericano desde mediados del siglo pasado-, aborda esta vez el debate sobre energía nuclear pero lo hace, sorpresivamente, desde una perspectiva totalmente favorable al futuro de este tipo de energía.

El argumento principal del documental se articula principalmente sobre la base de testimonios de algunos activistas ambientales –algunos muy relevantes en los Estados Unidos- que habiéndose opuesto en el pasado a la energía nuclear, han llegado a la conclusión de que, para enfrentarse a los retos de la lucha contra el cambio climático y al imparable crecimiento de la demanda energética en todo el mundo, no hay más remedio que apostar por este tipo de energía radioactiva. O, al menos, no se puede renunciar a ella como parte del mix energético del futuro.

En mi opinión el documental, con independencia de la opinión que cada uno tenga la respecto, está muy bien realizado y no escapa a recoger la tragedia de Fukushima con cuyas estremecedoras imágenes comienza su película. Quizá, para mi lo más rechazable es que no queda muy bien parada en el documental la conocida abogada antinuclear, Helen CALDICOT. Y, para mi, ha sido un descubrimiento del interesantísimo Amory LOVINS, el físico y ambientalista estadounidense, Presidente del Rocky Mountain Institute, quien, desde hace varias décadas, vienen defendiendo la eficiencia energética y el uso de las energías renovables (tambien conocido por la “revolución del negavatio”).

Robert STONE nos presenta en su documental datos significativos sobre la enorme eficiencia energética de la libra (o kilo) del uranio (frente al carbon, petróleo, etc.), sobre el bajo índice de mortalidad de la energía nuclear (claro está, fuera de los usos militares), sobre el reducido volumen de residuos que genera (aunque no puede negarse su peligrosidad y durabilidad)…

Como punto débil del documental, es a mi juicio, el tema económico. El gran coste económico–una enorme inversion- en la construcción y mantenimiento de las centrales nucleares y de sus “almacenes temporales de residuos”.

El Prof. PIELOW en el Boal Hall de Berkeley

Da la causalidad de que justo la semana pasada (mi segunda en Berkeley) me entero de que mi amigo el Profesor alemán Christian PIELOW –el mayor experto de la República Federal en derecho de la energia- pronunció, en la sede de la Facultad de Derecho de Berkeley (situada en el edificio conocido por el nombre de “Boalt Hall”), una conferencia sobre el futuro de la energía en Alemania. Como es sabido, el país germano decidió en 2011 abandonar definitivamente la energía nuclear, con el cierre de las centrales existentes antes de 2022. La gran apuesta a la que se enfrenta Alemania -la denominada «Energy Transition«- es, entre otras medidas, promover las energías renovables (un 35% de la electricidad procedente de renovables, un 50% en 2030 y un 80% en 2050) y la eficiencia energética.

No cabe duda de que Alemania, con dicho plan, va a convertirse el modelo a seguir en el futuro si es que consigue sus ambiciosos objetivos energéticos. Sin embargo, el Profesor PIELOW reconoció en su conferencia en Berkeley que, al menos en una primera fase, la renuncia a la energía nuclear y la inversión en energías renovables se va a notar -y bien- en el bolsillo de los consumidores alemanes.

Quizá sea exagerado demonizar, como ha hecho el movimiento ecologista, la energía nuclear (al modo del famoso mito griego de la “Caja de Pandora” de la que proceden todos los males). Pero, como reconoce algunos de los intervinientes en el documental que comentamos, está inserto en el consciente y subconsciente de la mayor parte la ciudadanía la asociación entre la energía nuclear con los accidentes catastróficos y, ante todo, con las imborrables imágenes de Hiroshima y Nagasaki.

Abogamos por que el reto alemán se supere con éxito o que, cuanto antes, se logre hacer factible comercialmente la ¨fusión nuclear¨ -tal como persigue el proyecto ITER-. Y, en todo caso, si el uso de la energía nuclear resulta inevitable, se haga con la máxima seguridad y con el mayor consenso posible por parte de la ciudadanía.