La Voz de Galicia
Sobre lo ambientalmente correcto, lo sostenible e insostenible y otras inquietudes acerca del estado del planeta Tierra
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Hoy lunes, 31 de octubre, nace –presumiblemente en un barrio marginal de una de las muchas megalópolis de Asia- el ciudadano/a 7.000 millones de nuestro Planeta. Más o menos de este forma se presenta este año el Informe del Fondo Mundial de Población de Naciones Unidas (UNFPA) sobre el Estado de la población mundial 2011. Y en este documento se recogen muchas cifras sobre la demografía del Planeta Tierra que resultan sobrecogedoras: 1.000 millones de personas no tienen acceso al agua potable y 2.500 millones carecen de los servicios sanitarios básicos (sólo el 61% de la población mundial cuenta con ellos); 24.000 personas mueren cada día de hambre (unos 9 millones cada año de los que en su mayor parte son niños menores de 5 años); el 26% de los habitantes de la Planeta viven con una renta inferior a 1,15 dólares al día…

Más datos. De los 7.000 millones, el 60% viven en Asia. Cada día nuestro Planeta engrosa 200.000 vidas humanas netas (la diferencia positiva entre las que nacen y las que mueren) lo cual significa un incremento anual de 60 millones de habitantes. Más del 50% de la población vive en zonas urbanas. 2.000 millones –el 43% de la población- son menores de 25 de años y, en el otro extremo de la pirámide, 900 millones son mayores de 60 años. Por lo tanto, el retrato-robot de una persona de nuestro Planeta sería: un varón de 25 años y asiático.

Pero, con estos datos, ¿se puede afirmar que la Tierra tiene un problema de superpoblación? Realmente, el crecimiento acelerado de la población mundial es un fenómeno reciente. Para la duplicación de los 300 millones de habitantes al comienzo de la era cristiana (año 1) se necesitaron 1.600 años. La primera cifra de 1.000 millones es ya de la época contemporánea (1804). Pero el crecimiento acelerado de la población es bastante reciente, a partir de 1950 la tasa de crecimiento se disparó teniendo su máxima tasa –del 2%- en el periodo de 1965 a 1970. 4.000 millones en 1974, 5.000 millones en 1987, 6.000 millones al terminar el segundo milenio… Gracias a los avances médicos hemos pasado de una esperanza media de vida de 48 años en 1950 a 68 en 2010 y, en este mismo periodo hemos reducido la mortalidad infantil a más de la mitad. Y, sin embargo, en el momento presente la tasa de fecundidad (niños/mujer) mundial se ha reducido a sólo el 2,5%, teniendo presente que la tasa de reemplazo es del 2,1% (es decir para equilibrar la tasa de nacimientos con la tasa de mortalidad). Felizmente, las pesimistas previsiones de MALTHUS (1798) y los catastrofistas temores de ERLICH (1968) no se ha cumplido.

En palabras del experto PIERCE en un artículo para el sitio web Environment 360 de la Universidad de Yale (recogidas en el citado Informe de UNFPA): “Dadas las desigualdades existentes… es incontestable que el problema principal es el consumo excesivo por parte de unos pocos ricos y no la superpoblación por parte de los numerosos pobres”. De otra parte, como ha puesto de manifiesto SÁNCHEZ BARRICARTE, profesor de la Universidad Carlos III –en su interesante y desmitificadora monografía sobre El crecimiento de la población mundial: implicaciones socioeconómicas, ecológicas y éticas (editado por Tirant lo Blanch, 2008)- no es cierto el necesario binomio crecimiento de la población y deterioro de los recursos naturales. “Sólo desde el respeto y reconocimiento de la dignidad de toda vida humana –afirma este autor- podremos hacer frente a los desafíos y los problemas ambientales que, sin duda, existen” (p. 21).

La sostenibilidad del futuro –incluso de un Planeta con 10.000 millones de seres humanos para el 2050, como señalan algunas estimaciones- depende de las políticas de consumo que asumamos. Lo cierto es que la actual “huella ecológica” –por la que se mide la cantidad de superficie de tierra y de agua que necesita una población humana para poder producir lo que consume y absorber las emisiones de CO2- del 7% de la población mundial (en la que nos encontramos los 500 millones más ricos), que produce más del 50% de las emisiones globales de CO2,  no es de recibo (9,5 Estados Unidos; 5 España; …).

El futuro ha de pasar –si no queremos sufrir un colapso- por un crecimiento más inteligente y sobre todo más solidario. Y para ello contamos con el inestimable tesoro del ingenio y de la creatividad humana. Me quedo con el lema que utiliza Babatunde OSOTIMEHIN (Director ejecutivo del UNFPA) en el repetido Informe: “somos 7.000 millones de personas con 7.000 millones de posibilidades”.