Playa Langosta, Tamarindo: Un Relax en la costa del Pacífico de Costa Rica.
¡Pura Vida!
Por Fran Raposo
Tras ocho intensos días recorriendo Costa Rica, explorando sus maravillas con Arath Viajes, mayorista especializada en Grandes Viajes y Grupos a medida, es momento de disfrutar de un merecido descanso. El itinerario nos ha llevado hasta Tamarindo, una localidad costera en la provincia de Guanacaste, donde nos espera un hotel de cinco estrellas en la espectacular Playa Langosta.
Aunque no me voy a centrar en las comodidades del hotel, sí quiero hablar de su increíble entorno. Playa Langosta, ubicada a pocos minutos del bullicioso Tamarindo, es un refugio mucho más tranquilo y lo mejor de todo, forma parte del Parque Nacional Marino de Las Baulas y está galardonada con la Bandera Azul Ecológica. Con casi dos kilómetros de largo, esta playa se mantiene casi intacta, sin las típicas instalaciones turísticas como chiringuitos. Desde el hotel, tenemos acceso directo a ella, y aprovechando la marea baja, nos damos relajantes paseos por la orilla cada día.
Durante nuestras caminatas, nos acompañan varias Gaviotas y no muy lejos, casi en la orilla Pelícanos que se dedican a pescar.
Al final de la playa, descubrimos una especie de piscina natural, protegida de las olas, perfecta para un baño refrescante.
El agua, templada y casi cálida, es un lujo comparado con nuestras frías costas gallegas. Afortunadamente, el clima se ha mantenido agradable con días de nubes y claros, lo que ha hecho que la temperatura superior a los 30 grados sea más soportable. A fin de cuentas, estamos en pleno febrero, y después de los días de invierno, la piel no está tan acostumbrada a tanto sol.
Ya en la piscina del hotel, despues de comer, toca una típica siesta española. Pero, claro, esto es Costa Rica y lo que encuentro al despertar no podría ser más sorprendente.
El hotel está inmerso en una zona natural llena de vegetación, lo que atrae a alguna Iguana que pasea tranquilamente por el jardín. Es un espectáculo.
A pesar de su aspecto imponente, son animales miedosos y en cuanto te acercas, desaparecen con rapidez.
Sin embargo, una de ellas, más pequeña, me permite darle una flor para comer, lo que me deja fascinado.
Al caer la tarde, era común que muchos de los huéspedes del hotel se dirigieran a la playa para contemplar la puesta de sol en el horizonte. Las puestas de sol de Tamarindo son muy reconocidas en todo el país.
Ya de noche es frecuente también cruzarte con Coatíes de nariz blanca buscando comida.
Finalmente, el día de partir ha llegado. En nuestra última jornada, toca volver con el que ha sido nuestro compañero gran parte del viaje, fantástico coche y muy necesario para el tipo de carreteras o caminos de alguna parte, sobre todo entre Arenal y Monteverde.
Cruzamos el país hacia el este para tomar el vuelo que nos llevará de regreso a casa. Aunque nos da pena dejar este hermoso país, el viaje ha superado todas nuestras expectativas. Regresamos a casa con el corazón lleno de recuerdos, agradecidos por haber vivido una experiencia tan única.
¡Pura Vida!
Por Fran Raposo
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