Iberia, una compañía de bandera
Me presento en el aeropuerto de A Coruña, Alvedro. Para el que no haya ido en los últimos meses, no parece el mismo, la obra del aparcamiento ha cambiado totalmente la estructura de este recinto.
El vuelo sale en hora, como es habitual y, llego a Madrid con el tiempo justo de moverme entre la T4 y la satélite. Al final llego de primero, tengo que esperar al resto del grupo, que son cuatro, Carlos Martin responsable del equipo de ventas de Iberia y cuatro colegas más.
Salimos con puntualidad suiza y, ¡Qué gusto da viajar como los ricos!
Iberia nos ofrece la posibilidad de catar su clase Bussines, la que se vende para el mercado de empresa, para altos ejecutivos de negocios y grandes viajes de alto copete.
Espectacular, desde la copa de cava a la llegada, a la selección de vinos de rioja o rivera del Duero. Espectacular. Esto de no llegar con los pies al asiento de delante me deja loquito. Tenemos que cambiarnos de asiento y juntarnos un poco para compadrear, son ocho horas que se me pasan en un pis pas.
Estoy intentando hacerle una entrevista a Carlos Martin y, la azafata me dice que estamos llegando, que por favor me siente. Nunca y ya llevo unos cuantos viajes se me ha hecho tan corto un vuelo transoceánico.
Sale el piloto a dar un paseo y, yo con mi sorna habitual le comento a Carlos el responsable del equipo de ventas de la compañía:
Mira Carlos, ¿podríais cambiarles la hora de la comida a los pilotos para que no coincida con la del pasaje? Sueltan el volante y, ¡Qué casualidad! Cada vez que te sirven la comida hay turbulencias. Carlos, como es normal, se descojona (con perdón) de risa y transmite la pregunta al Capitán que, también se ríe. Todos trabajamos en esto y sabemos que los aviones van casi siempre con el piloto automático puesto y prácticamente solo lo desconectan para aterrizar.
Llegamos al aeropuerto de Fortaleza y, ¡Qué bien! Así se organizan los Fam trip’s, hasta mañana al mediodía no tenemos nada que hacer.
Saludos a todos y, hasta mañana…