La Voz de Galicia
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Los cacharritos de Díaz Pardo

La primera y única vez que tuve el honor de fotografiar a Díaz Pardo fue en su casa de O Castro y ya estaba muy mayor. Conservaba toda la fuerza en la mirada pero su retrato empezaba a estar en fuga. Aún así todavía era capaz de subir la empinada escalera, de peldaño corto, que conducía a su estudio. La ligereza con la que subía aquella escalera era la metáfora, más sutil y sencilla, de una vida dedicada a Galicia. En su casa los cuadros de Seoane, Colmeiro, o Pesqueira, alicataban las paredes como en una montonera. Como se cuelgan los cuadros en un museo británico. Las paredes estaban revestidas de óleo sobre lienzo. Sudaban trementina. Después de las fotos y de un café me despidió afectuosamente. Por la tarde tenía que acudir a una conferencia en la Fundación Luis Seoane. La conferencia giraba en torno a la génesis de … Seguir leyendo

El jugador de futbolín

La última vez que visité a Lamazares en Berlín quedamos para cenar en un turco, en el barrio de Kreuzberg. También estaban jóvenes expatriados de la pintura española como Nico Munuera o Santiago Ydañez. Luego fuimos a jugar al futbolín y es notoria la afición alemana por nuestro divertimento patrio. Lamazares juega en la defensa. Está en forma. Los otros dos suelen jugar en la delantera, como corresponde a la fiereza y frescura de la juventud. Lamazares los espera bien colocado. Los ve venir. Igual que en la pintura. Se anticipa a sus movimientos. Es creativo combinando y muy sólido en el juego profundo. Igual que en la pintura. Estoy seguro de que el gran pintor alemán Helmut Dörner también juega atrás. Dörner ha interiorizado el expresionismo alemán y su ruidoso brutalismo, pero lo domina desde la contención. Igual que un buen portero de futbolín. Lamazares lleva antes en su … Seguir leyendo

Looking for tartan trousers

Hace tiempo que tengo claro que uno no compra la ropa que quiere. Unos pocos tipos listos deciden qué ropa quieren que lleven los demás. Cuando sales orgulloso con tu camisa de cualquier dispensario de Inditex, tu compañero de viaje en el bus, lleva una camisa exactamente igual, vaya por dios. Pero cuando eres tú el que decide comprar algo especial, no puedes. Les pondré un ejemplo. Hace años toda mi ilusión era comprarme una camisa hawaiana. La busqué en tiendas locales y foráneas por doquier. Yo solo pedía palmeras y tucanes. Si un amigo iba de viaje a Brasil, le encargaba una. En Vano. Me enfrentaba a ese severo determinismo con el que el estirado dependiente de la tienda te dice eso de «es que este año no vienen así». No vienen así, vale, pero de dónde¿ Es que existe un lugar ignoto donde una especie de Santa Claus … Seguir leyendo

El sastre de Angela y la mirada de Cameron

Al albur del poder, en sus oscuras trastiendas, crecen los personajes secundarios. Suelen ser personajes atractivos y literarios, ya sea el valido de un rey o el apoderado de un torero. Mientras Merkel le hace un traje a Europa, su sastre, un excelso ingeniero del patronaje, corta inmensos retales galvanizados para construir el blindado traje de chaqueta con el que la teutona hace de menos a los otros personajes trajeados que menguan, como chiquillos acobardados, en su presencia. En su vestidor Angela debe tener al menos una veintena de trajes de chaqueta, de color malva, idénticos entre sí. Por la mañana, antes de desayunarse a algún presidente, no ofrece dudas a su coquetería, donde quiera que esté. Es como el mono de un albañil: un traje de faena. Cuando los otros líderes europeos la ven venir, el traje malva se convierte en la armadura que llevaba la mismísima Juana de … Seguir leyendo

En casa de Antón

Antón Lamazares (Maceira 1954) siempre está en casa. Da igual que sea Nueva York, Berlín (su actual residencia) o Lalín. Da igual dónde se instalen las vanguardias o cómo se cartografíen las tesis. Dan igual el magnético rumor de las modas o la ruidosa doctrina de los centros de arte contemporáneo. Da igual que exponga en el Museo Kiscelli de Budapest, en la Galería Nacional de Jordania o en la galería Ármaga de León, como es el caso. Lamazares siempre está en casa. Aunque haga progresos con el alemán para poder leer a Hölderlin y a Rilke, sus poetas favoritos, Antón siempre dice aquello sobre el idioma invasor, en este caso el inglés: «Twenty words is enough». Con veinte palabras es suficiente para instalarse en una ciudad, alquilar un estudio y ponerse a trabajar. Y la pintura es su auténtico idioma, su hogar y su compromiso. Por eso, porque va … Seguir leyendo

Mi sastre echa el cierre

Lo confieso: nunca me he hecho un traje a medida. Cuando hablo de mi sastre soy como un niño que conversa con su amigo imaginario. Como el teniente Colombo, que siempre está hablando de su esposa y esa mujer es un misterioso personaje elíptico: siempre aparece, pero nunca está. De todas formas, siempre que hablo de mi sastre, tomo prestada la imagen de José Luis Iglesias, propietario de la Sastrería Iglesias. Es el segundo establecimiento más antiguo de A Coruña, con 147 años de historia y una distinción de la Real Academia de Bellas Artes. Fui a visitar la sastrería un par de veces, solo para preguntarle a su dueño cosas sobre el oficio, para estar en contacto con lo que yo considero uno de los últimos reductos de la elegancia pura, esencial. Algo así como darse un paseo por Saville Row, la calle de Londres donde se visten los … Seguir leyendo

Teo Soriano, la intimidad revelada

Tenía preparada una larga lista de nombres de artistas, cercanos al trabajo de Teo. Es una técnica frecuente en la crítica de arte que trata de explicar el trabajo de un artista, hablando de otros. Entonces volví a ver la exposición y ya no me quedaron ganas de enumeraciones ni de párrafos hurtados a la Wikipedia. Me di un atracón de buena pintura. Porque Teo Soriano sale a los medios para mostrar, sin especulación alguna, toda la pintura que lleva dentro. La muestra huye de la frugalidad de un montaje conceptual y tiene empaque de retrospectiva, aunque sea obra de los últimos cinco años. No es un pintor que hace visibles las ensoñaciones de un comisario, es justo lo contrario: un comisario (en este caso, comisaria: Asunta Rodríguez) que presenta respetuosamente la obra de un artista, desplegándola en lúdicas combinaciones, jugando con los formatos, las texturas y la temperatura del … Seguir leyendo

Un habano en el andamio

Una pequeña imperfección asonante me impide lograr un pareado. Pero a este trabajador nada le impide disfrutar, perfectamente pertrechado y observando todas las directrices de seguridad laboral, del aroma acre de un buen habano.
Mariano Rajoy lo va a tener más difícil, porque para la adecuada combustión de una buena vitola de tipo medio, necesitas al menos una hora, y los mercados no le han dado ni media. Además el disfrute de un buen montecristo ya no puede ser palaciego: en la Moncloa no se puede fumar. Yo creo que será en Génova. Me imagino a Rajoy escondiéndose de Cospedal, como un chiquillo, para poder entregarse a su placer adulto; me imagino a Cospedal olisqueando las solapas de la americana del líder, rastreando perfume de La Habana.
Miguel Ángel Revilla, expresidente de Cantabria, guardaba en el balcón de su despacho de presidencia una caja de cohibas; decía que no … Seguir leyendo

Stella, Velázquez y Hitchcock

 

Texto publicado en suplemento Culturas de La Voz de Galicia sobre la exposición de Jeff Wall en el CGAC

Empezaré por el principio: desde hace unos días y hasta el 26 de febrero dos increíbles obras de Frank Stella duermen juntas en el CGAC. Puedes disfrutar de ellas de ellas pisando un enlosado de Carl Andre, bañándote en la tamizada luz fluorescente de Dan Flavin. Uno de los Stellas, Six Mile Botton, viene de la Modern Tate de Londres; el otro, Newstead Abbey, viene del Stedelijk de Ámsterdam. Disfrutarás de los Stellas tú solo, porque el turismo cultural aún no se ha echado al minimalismo. Pero para mí supone tanto como una visita de La venus del espejo, actualmente en la National Gallery, a Las Meninas del Prado. Puede resultar un sacrilegio tratar a Velázquez y a Frank Stella como a dos clásicos contemporáneos. Para Jeff Wall … Seguir leyendo

Esplendor micológico en la Tierra Media

Si se hiciera visible el mítico mundo que pergeñó Tolkien, yo creo que la Tierra Media sería el Deza. Un territorio fértil donde la vegetación es frondosa y donde los desvelos agrícolas de sus habitantes se ven recompensados con copiosas cosechas y regalías varias. Un mundo rural y feliz habitado por seres nobles en ideales y cortos en talla. Un poco como el gran Lamazares, al que Tolkien debería haber escrito un personaje a su medida, entre la alquimia y la magia oscura; entre el chamán y el sumo sacerdote. Los hongos y las setas siempre han formando parte de ese abigarrado y barroquizante universo. Un cierto misterio las rodea. Si no llueve no salen, pero basta con un par de chaparrones para que hagan acto de presencia como si por la noche, mientras dormimos, una cuadrilla de duendecillos las plantaran con la resignada diligencia de la que solo son … Seguir leyendo