La Voz de Galicia
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La sesión vermú siempre ofrece el mismo dibujo. Todo el pueblo en la cantina y la pista desierta. Solo los niños acuden al atronador reclamo, seducidos por un rumor de Hamelin. También los mayores, que siempre son más festeiros que los adolescentes, ocupados en interpretar el confuso recado de sus hormonas. En este territorio, donde se dobla el paso y se espesa el merengue, el dúo Togayán se basta para llenar un escenario.
Brais García Mayán se ocupa de la caja de ritmos y José Tomé de su propia caja torácica. Del cruce de sus apellidos nace, con el mismo ingenio que adorna tantos negocios en este país, el nombre del grupo. El dúo se convierte en trío, como en un misterio trinitario, cuando la comisión de fiestas se estira un poco. Entonces se incorpora Nerea Maceiras, la chica. Nerea estuvo en Luar y José la presenta con mucho boato, deslizando algún piropo. La misma mano que apretó la de Gayoso sostiene racial el micro para perpetrar la ranchera. Luego, presentan temas propios porque (ay, amigos) también son autores. El controvertido Teddy se inmoló para preservar estos tesoros. Suena Togayán es su principal composición, aunque hacen una potente versión de El polvorete, un picarón standard, habitual en los repertorios verbeneros. Brais es el arreglista y compositor, gracias a sus años de piano. También se ocupa de la cosa moderna, desgranando temas de Fito y de los Suaves cuando José, metido en el papel de maestro de ceremonias, dice aquello de «E agora tocaremos algo para a xuventude». Toda su infraestructura cabe en un Opel Astra. Incluso cuando se incorpora Nerea, se abate medio asiento y los bafles son otro pasajero. Con la crisis tienen más trabajo que nunca porque como dice José: «Somos moito máis baratos e armamos o mesmo jaleo».
Si la sesión vermú le corresponde a Togayán en las fiestas de A Logrosa, la verbena la oficia Philadelphia. Muchos más decibelios y donde había un Opel Astra ahora ronronea un tráiler. Toda la plaza del pueblo cabe en el escenario. Una poderosa sección de viento y unas hipnóticas luminarias. Natalia y María, las chicas, se multiplican seductoramente por todo el escenario  embobando al personal. Muy pronto, la orquesta estará al mismo nivel de Panorama o París de Noia, si no lo está ya. Todas ellas descienden, en marchosa genealogía, de aquellos míticos Sintonía de Vigo o Los Satélites.
El Facebook no es cosa baladí. Gracias a este indiscreto patio de vecinos nos enteramos de las vicisitudes de las orquestas. De sus fichajes y de los temas nuevos. Nos enteramos, por ejemplo, de que Ruth Núñez, ex París de Noia, sustituirá a Lidia Salar en la Orquesta Panorama, después de que esta última causara baja por una caída y de que la primera volviera de su baja por maternidad. Un inopinado fenómeno fan, que no es ajeno a ninguno de estos movimientos, se adueña del mundo de las verbenas. Si Bisbal fue capaz de trasladar a Miami sus piruetas desde el fondo de la trastienda de una orquesta, entonces el sueño es posible. Al dúo Togayán le basta con seguir peinando, con su correoso utilitario, toda la geografía de nuestro país.