La foto recoge el momento en el que un cofrade se prueba el nuevo hábito de su orden. Pero en mi mente calenturienta y, gracias al inteligente encuadre de Ramón Leiro, el cofrade se convierte en miembro de una orden secreta; el ancla y los remos que forman el escudo del Gremio de Mareantes, que así es como se llama la orden, se convierten en la escuadra y el compás de una oscura logia masónica; el honrado y bonachón padre de familia que seguramente se esconde bajo el capuchón, se convierte en un taimado miembro de la Santa Alianza, el servicio de espionaje del Vaticano. Todo esto y mucho más se oculta tras esta inocua foto, demostrando que un mismo tema puede ser romo o todo lo afilado que el fotógrafo sea capaz de conseguir.
