Una pareja de reclusos que se casa no llega a la iglesia en limusina. Llega en furgón policial. Menos mal que no les hurtaron la foto de la boda obligándoles a vestir un mono naranja Guantánamo.
(La foto es de César Delgado, siempre ejerciendo de Arthur H. Fellig, el ojo público. Siempre que leo algo de Fellig me acuerdo de Marloy, que en paz descanse. Para mí, Marloy ha sido el mejor fotógrafo de sucesos de Galicia. Con su traje barato y la faria asomando a un lado de la boca, socarrón hasta la grosería, pero siempre entrañable)