La Voz de Galicia
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Un editor gráfico en periodo electoral se parece mucho a un funambulista. Está más pendiente de mantener el equilibrio que de la calidad. Además las fotos que vienen suelen pasar antes por un turmis, diseñado por el director de campaña, que coreografía al milímetro los mítines y las aburridas apariciones públicas del candidato. A veces, el candidato baja a la arena para mezclarse con el pueblo llano en los mercados o en las fábricas, para rápidamente volver a la familiar seguridad y al confort del coche oficial (por eso los coches oficiales tienen que ser tan caros: son el hogar o el refugio del candidato, nada mejor que una buena berlina alemana para el reposo del guerrero, o para catar un buen crianza, durante los quince días de la campaña) Incluso en estos casos el margen para trabajar es mínimo y todas las fotos, en todos los medios, se parecen. Sumido en estas tribulaciones me hallaba cuando de pronto apareció la conselleira Caride, magistralmente fotografiada por Gustavo Rivas, para poner todo el neopreno en el asador. La foto demuestra, aparte de lo obvio, que Caride tiene desparpajo, frescura y sentido del humor. A ver si cunde el ejemplo y, parafraseando a aquella mítica sección del compañero Leoncio González, colamos nuestra cámara por la rendija que los directores de campaña no han podido cubrir.
Además la foto que traigo ha servido para acuñar estos días en la redacción un nuevo concepto: cuando una foto no tiene pegada o interés, decimos que le falta neopreno.