Siempre he pensado que la barroca prosa del código de circulación era obra del primer guardia civil que, casual y aleatoriamente, ese día estaba de guardia o pasaba por allí. Por eso su lectura es tan árida como un atestado. En Porto do Son han inventado un sistema para aligerar tanto párrafo ilegible: pintan las señales a mano alzada. El resultado es muy pictórico. Como si Keith Haring, maestro del graffiti y del arte callejero, se marcara una exposición señal a señal. Alguno dirá que es una chapuza. No le faltará algo de razón, pero tener razón no siempre es suficiente. La foto es de Simón Balvís.
¡Qué bonito!
Un beso
¡Arriba Simón!