La Voz de Galicia
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Devoramos imágenes a tanta velocidad que pocas cosas llaman nuestra atención. En los aviones nunca nos fijamos en la aburrida cháchara de la azafata que, con la tozudez de un robot, desgrana su gestual recordatorio de las medidas de seguridad. Estos días desgraciadamente nos fijamos más. Mientras una señora lee distraídamente en la playa se produce un dramático rescate. Es un simulacro. Podría ser de verdad y a lo mejor seguiría leyendo. No nos fijamos. El caso es que pega menos que un reloj de pulsera en la muñeca de un centurión en el rodaje de una de romanos. La vida es un enorme plató y los extras sólo hacemos que tropezar unos con otros. Ramón Leiro captó perfectamente esta realidad. Con una sola foto.