La Voz de Galicia
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Mi padre tampoco se quitaba la visera ni para dormir. De acuerdo, me pongo el dichoso sombrerito country-western a cambio de un poco de empanada y sesión vermú. No organizo la fiesta pero acato las normas. Pero la visera no me la quito. Mi padre también era así de irreductible. Podía llevar toda la ropa remendada pero a mi me seguía pareciendo el tipo más elegante del mundo. Incluso cuando en los días de frío se ponía dos jerseys. Uno encima de otro. El de debajo asomándole por el pico del que vestía por encima. Y se quedaba tan ancho. Fue su gran aportación al gran libro de estilo del gentleman galaico. Su coquetería no se colmaba en la sección de caballeros de unos grandes almacenes. Como el hombre de la foto mi padre hacía suyo el inmortal standard de Sinatra: a mi manera. La sensacional foto de hoy retrata perfectamente este empaque del que os hablo. Es de Pradero. Ánimo compañero.