La Voz de Galicia
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Entrar en una playa nudista con una cámara de fotos ocupa el lugar más alto en el muy extenso ranking de momentos embarazosos de la vida de un fotógrafo. La gente piensa que al fotógrafo le pagan más por ciertas fotos o que tiene un interés especial en según qué fotos. No saben que casi siempre es el último eslabón de una larga cadena de decisiones ajenas y de entusiasmos desatados en un despacho. Una reunión por la mañana termina con el fotógrafo, por la tarde, intentando retratar un culo sonrosado. Los propietarios de los culos tienen todo el derecho a preservar su identidad trasera. Parafraseando a Nacho Mirás, la cara b de su retrato. Óscar Vázquez lo hizo estupendamente. Solucionó el puzzle con un cruce de piernas de lo más decoroso. La zona sensible está oculta con la delicada sutileza de una cabaretera con discrepancias en su DNI. Está todo pero no ves nada.