No es que quiera glosar el nunca justamente ponderado legado de Pedro Marín. No. Sólo quería hablar de composición y de aire en las fotos. Aire, vacío o como a veces ocurre en pintura: no-color. Se trata de, por ejemplo, enfocar al centro y reencuadrar dejando el foco a un lado. El objetivo es lograr una cierta tensión. Ahora bien, utilizar correctamente este recurso es bastante complicado. Podría tirarme el moco y hablar de proporción Áurea y chorradas por el estilo. Pero para eso tendría que repasar los apuntes de cuando estudiaba, que se perdieron en la última mudanza. Junto con la ciclostatic. Yo creo más en la intuición y en la complicidad de quien ese día edite las fotos del periódico. A veces nos parece que sobra aire, que en el vacío no hay información. Pero entonces la foto no respira porque es el vacío el que la completa. No sé si me estaré liando. Parece que estoy aleccionando a Karate Kid. En fin, que es un difícil equilibrio que en la foto que hoy traigo se cumplió a la perfección. La foto es de Sandra Alonso y no fui yo quien la editó. La cosa marcha.
La mano es un gesto ajeno, como de otra persona, como una joroba. Parece que tratara de autoconvencerse de algo, cierto es que este señor tiene un lenguaje corporal que no pega nada con lo que suele decir, es si me permitís la expresión, asincrónico.
¿asincrónico? yo le llamaría de otra manera…
Necesitamos formar un jurado de afásicos, ellos nos darían en medio de grandes risas el grado de autenticidad o falsedad de cada discurso.
Oliver Sacks lo cuenta muy bien en uno de sus libros cuando habla de sus pacientes afásicos partiéndose de risa ante un discurso presidencial televisado.
«En eso fundamente reside pues su capacidad de entender…. Entender, sin palabras, lo que es auténtico y lo que no. Eran, pues, las muecas, los histrionismos, los gestos falsos, y sobre todo, las cadencias y tonos impostados de la voz , lo que sonaba a falsedad para aquellos pacientes sin palabras (…) Mis pacientes afásicos reaccionaban ante aquellas incorrecciones e incongruencias tan notorias, tan grotescas incluso, porque no los engañaban ni podrían engañarlos las palabras. Por eso se reían tanto del discurso del Presidente.»
¿y si dejamos la cosa en tablas? afásico y asincrónico.