La Voz de Galicia
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Andan —andamos— los periodistas un tanto perdidos en busca de un adjetivo que pueda aplicarse al rey de España por su nueva condición tras haber puesto fin a su reinado y abdicado la Corona. En esa situación, la solución provisional es la perífrasis: el rey que ha abdicado. En este asunto tenemos, entre los idiomas de nuestro entorno, el de menos recursos,  junto con el francés (celui qui abdique). Los romanos hasta disponían de un sustantivo femenino, abdicatrix (la que abdica o renuncia).
En efecto, otras lenguas europeas poseen voces específicas para usar en estos casos. Si los portugueses tuviesen monarca y este optase por la jubilación, hablarían del rei abdicador o simplemente del abdicador, e incluso emplearían abdicante. Los ingleses tienen a su disposición abdicator (a person who abdicates a throne), aunque, para desesperación del príncipe Carlos, la reina no les da oportunidad de usarlo. Los italianos, pese a ser republicanos, utilizan abdicatario (sovrano abdicatario), construido con el mismo patrón que dimissionario y rinunciatario.
En español, ante la falta de previsiones [lingüísticas] sucesorias, se está empleando de todo, empezando por rey abdicado, que sería válido si alguien hubiese abdicado al monarca, pero como es él quien ha renunciado no vale ese uso del participio. Pues bien, la prensa de esta semana ofrece decenas de casos de rey abdicado.
Abdicador es una de las posibles soluciones. Está construido con el sufijo -dor, que señala el agente de lo que expresa el verbo al que se aplica (grabador, probador). Francisco Nieva lo pone en boca del personaje principal de Nosferatu (1993): «¡Oh, mi reina abdicadora, qué bien mordida la tengo!».
Abdicante es el participio activo de abdicar. Muchos adjetivos verbales como este se han lexicalizado y se han convertido en sustativos, como presidente, veraneante o dirigente. Y si el que cesa o ha cesado es el cesante, el que abdica puede ser el abdicante. Así, un diario mexicano que informa de la visita del presidente del país a España dice que «será recibido por el abdicante rey Juan Carlos».
Tampoco sería disparatado construir un adjetivo terminado en -ario, abdicatario, como en italiano y similar a dimisionario, tan próximo semánticamente. Porque quien dimite o ha dimitido no está dimitido ni es dimitido, ni dimisor, aunque sí dimitente. De todas las posibles soluciones al problema, esta de abdicatario es la menos usada. La encontramos en un periódico más monárquico que el rey: «Conocido Carlos Alberto, Rey abdicatario de Cerdeña…».
La prudencia aconseja concluir que serán los hablantes quienes elijan… si eligen.