Ricardo Costa se niega a ser «cabeza de turco» y ha decidido echarle un pulso a la dirección nacional del partido (nunca recibió la orden de dejar de trabajar con Correa y el bigotes) y a su presidente Francisco Camps («yo pago mis trajes y tengo facturas»). No va a dimitir. Y sostiene que lo que hizo lo hizo por órdenes y al servicio del partido.
Ahora la pelota está en el tejado de Camps. Y de Rajoy, que emplazó al valenciano a cortar la cabeza política de su mano derecha. Si se produce la decapitación, esta no será voluntaria. Correrá mucha sangre (política). Se avecina una gran crisis en el PP de Valencia. ¿Y en el de España?