Algo pasa en la residencia oficial del presidente de la Xunta (la foto es de Álvaro Ballesteros). Puede ser un virus contagioso. O, para ser más exactos, una disfunción (gracias, Luis).
Cualquier presidente que la ocupe experimenta un cambio de postura en, al menos, dos aspectos.
- Por un lado, reciben una revelación divina y se convierten en firmes creyentes y apóstoles del conocido plus de resistencia de la economía gallega. Primero fue Touriño el apóstol. Y ahora le ha traspasado el báculo a Feijoo, que considera «realista» su predicción de que el PIB de Galicia crecerá un 0,7% en el 2010.
- Por el otro, cualquiera que se acuesta en la cama presidencial oye en sueños voces susurrantes que proclaman las bondades del proyecto faraónico que construímos a precio de oro en el monte Gaiás. Y son eficaces, muy eficaces. Primero convencieron al bipartito de huir hacia adelante y alimentar su despilfarradora caldera con paletadas y paletadas de dinero público. Ahora han tenido éxito con Feijoo. En este asunto al actual titular de la Xunta se le ha olvidado su fiebre por la austeridad y su especial querencia por las encuestas populares.
Muy bien! No puedo estar más de acuerdo. Una pequeña aportación: comienzan a escuchar a menos gente.