Se ha cumplido el trámite. Zapatero ha sido elegido presidente con los votos de su grupo; el rechazo del PP, Esquerra y Rosa Díez; y la abstención del resto de los partidos. Nada que no se supiera. Será el primer ocupante de la Moncloa que vence en unas elecciones y no logra el respaldo de la mayoría absoluta de la cámara.
¿Y esto es bueno o es malo? Pues según la propaganda oficial socialista, es un síntoma de la independencia del Gobierno y una muestra de la fortaleza del proyecto socialista. Puede ser, pero también está claro que el 9-M ha producido un Congreso que, en la aritmética, no parece tan propicio a los pactos como el anterior. Y cualquier día una ley corre el riesgo de no salir adelante si las negociaciones puntuales no son propicias.
El interés informativo está depositado en la composición del nuevo Gobierno. Hay múltiples quinielas. La de La Voz apunta que seguirán los tres ministros gallegos. Según las fuentes socialistas consultadas por Enrique Clemente y Gonzalo Bareño, Elena Salgado irá a Defensa (sería un hecho histórico) y tanto Elena Espinosa como César Antonio Molina mantendrían las carteras de Agricultura y Cultura. Al parecer, en breve tendremos novedades.
Maravilloso. Es que aquí todo es blanco o negro. Pues a ver si empezamos a practicar la cultura del pacto, porque en eso consiste la esencia de la democracia, no en arrasar al adversario. ¡Ah! Un país tan poco sospechoso de no ser demócrata como Dinamarca jamás en su historia tuvo mayorías absolutas: siempre se pacta, así que todos pierden un poco y todos ganan un mucho. En este caso creo que acierta Zapatero.