Toni Cantó, ese antiguo actor de comedias reconvertido en avinagrado diputado de UPyD, quiere ser presidente de Valencia. En su carrera por ocupar el sillón en el que un día se sentaron próceres como Zaplana o Camps ha optado por la originalidad, la innovación y una receta que mixtura trato directo, tecnología y populismo. Ahí es nada.
Toni la lio parda cuando abrió una línea de Whatsapp para responder, de forma directa, a cualquier pregunta de los ciudadanos. La avalancha de cuestiones desbordó el servicio y provocó una crisis de reputación para el candidato.
Los gurús suelen recomendar sentidiño a la hora de abrir canales de ese tipo. Y siempre sugieren que un equipo bien dimensionado los gestione. El objetivo es claro, evitar los trending topic negativos.
Mariló Montero solo hay una. El resto de los mortales suelen salir malparados de una polémica en las redes. Y Cantó lleva unas cuantas. Pero él insiste. Y ha vuelto a ser protagonista en Twitter al anunciar una campaña basada en encuentros personales. Ofrece tres modalidades: unas «birras», una cena o ir a correr. La primera es un clásico. Ha provocado muchas bromas -la más celebrada vincula esta iniciativa con el «caloret» de Rita Barberá- y una pregunta que suscribiría el escritor catalán Josep Pla: ¿Y todo esto, quién lo paga?